Algo que me ha gustado bastante de esta historia es la valentía del director a la hora de criticar un hecho que podría haberse dado en la realidad. Hacer eso en USA en el año de la película es mojarse bastante, aunque muchos piensen que es moco de pavo.

Me encantan las películas militares, porque esta no llega a ser bélica por diferentes matices en los cuales no voy a entrar para no mostrar nada del guión. Dentro del amplio abanico de personajes protagonistas, nos encontramos a todos aquellos que forman los diferentes rangos dentro del mundo militar. Desde el soldado raso de cubierta, hasta el mismo capitán y responsable final de cualquier decisión. Entre medias nos dará tiempo a conocer al oficial nuevo, recién salido de la academia y el cual proviene de una familia de dinero, lo que genera una mala recepción a su llegada. Lo cierto es que no hace buenas migas con el capitán por este motivo precisamente, y porque esperaba un destino mejor, que ir al Caine, un barco que ya está para el arrastre y pidiendo su jubilación anticipada.

En esto se produce un hecho que parece cambiar la suerte del joven oficial, un cambio de capitán. Pero nada más lejos de la realidad, este cambio es a peor. Llega un capitán muy estricto y caprichoso, con poca capacidad de razonamiento y siempre abusando de su poder. Esto creará un mal ambiente no solo entre los oficiales, sino también entre los soldados. Un gran Bogart se encargará de ponerle rostro a este capitán que parece empeñado en hacer la vida imposible a todo aquel que lo rodea, aunque para ello tenga que poner su vida en juego. En esta partida de ajedrez, cada movimiento tendrá una vital importancia en los hechos que más tarde serán juzgados.

Magnífica fotografía, guión y unas actuaciones para recordar.