No es obligatorio hacer una película al año, y menos cuando se tienen 84 años para 85. Clint Eastwood es, sin duda alguna, unos de los mejores directores de las últimas décadas y hay que reconocerle que su abundante producción no ha mermado su calidad a pesar del transcurso de los años. Aunque diré que eso es cierto hasta ahora, pero tampoco una flor hace primavera, que conste que lo digo en su favor.

La historia del famoso francotirador tiene cierto interés, más que nada por dar a conocer la transcendencia que tiene en su país, pero resulta a todas luces muy coja, muy plana. Quizás es que las cosas fueron así, a saber, pero la densidad dramática que se exige a cualquier obra de nivel no la encontramos en este film. Encontramos, eso sí, una historia bien estructurada pero también en exceso larga y hasta a veces tediosa. El cine es el arte de la síntesis, pero eso cada minuto del metraje ha de tener una justificación por si misma. En definitiva, para amantes incondicionales del cine bélico.