Hay películas que sin un trama muy bien encadenado, se sirven de él para hacer una radiografía de una época y de un lugar. Se podría decir que estamos en este caso, el Madrid de principios de este siglo. El guión es de alta tensión y de trazos gruesos y poderosos. Eso sí, si lo desmenuzas corres el riesgo de que se te escurra por entre los dedos. No por ello, no ha permitido el rodaje de escenas potentes y cautivadoras. A esto ayuda, y de qué manera, un José Coronado estupendo en su papel de policía de vuelta de todo, aunque no sepamos muy bien el porqué, tomémoslo como una licencia creativa, si queremos ser generosos, Enrique Urbizu se lo merece a estas alturas.

De interés, quizás menor por la forma en que se presenta, está la denuncia de la falta de comunicación entre los diferentes departamentos policiales y estos con los judiciales; así nos parece querer decir la película. No niego este aspecto positivo del film, pero no podemos obviar que está tratado de una forma demasiado contextual, como de puntillas. Y quizás sea por la presencia omnipresente y poderosa de la actuación de José Coronado que hilvana unos elementos que de por si vienen un poco deshilachados, creo yo.