Media votos
4,3
Votos
4.422
Críticas
4.420
Listas
113
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Reaccionario:
3
6,1
43.931
Aventuras. Acción
Inglaterra, siglo XIII. Robin Longstride (Russell Crowe), un magnífico arquero que ha luchado en las Cruzadas al servicio del rey Ricardo Corazón de León (Danny Huston), vuelve de Tierra Santa luchando contra los franceses y saqueando poblados. Cuando Ricardo muere alcanzado por una flecha, Robin se traslada a Nottingham para cumplir una promesa que hizo a Sir Robert Loxley (Douglas Hodge) antes de morir: llevar su espada a su padre, ... [+]
25 de febrero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasable espectáculo el que nos ofrece Ridley Scott si no fuera por los errores de bulto en los que cae, algunos odios y otros ridículos. El primero, es que éste es un falsario, no es Robin Hood. El tal Robin Longstride (Russell Crowe) se hace pasar por Sir Robert Loxley (Douglas Hodge) con un descaro que clama al cielo. Lo peor es que con esta farsa se han cargado uno de los héroes más populares de todos los tiempos. Eso es como si mataran a Indiana Jones y ahora un pardillo coge su sombrero y su látigo se hiciera pasar por él. Y Sean Connery, Willie, Marion y Tapón dijeran que mucho mejor con el cambio, que el otro era un soso y que nunca se habían llevado bien. Pues sentiría más rabia incluso que con el atentado que comete contra Robin Hood el antaño buen director de cine Ridley Scott. Por si fuera poco, es que lo que nos cuenta no tiene absolutamente nada que ver con las andanzas del héroe inglés. Esto es un tomadura de pelo. La película tenía que haberse llamado "Uno que quería hacerse pasar por Robin Hood" y ya está.
Pero errores hay más. Por ejemplo, que nadie se percate, tras diez años de ausencia, de que ese señor no es el tal Loxley, criados incluidos. Hay momentos desternillantes en el que algún que otro anciano le espeta: "¿Os acordáis de mi?". Longstride no lo puede hacer evidentemente, pero que se ve el buen hombre tampoco porque si lo hiciera reconocería en él a un usurpador. Mientras tanto, atención a los compañeros de lucha de este soso Pseudorobin, de los más grises de la historia. Hay uno con barbas que creo que ni siquiera llega a hablar. Y hablando de secundarios, qué diferencia de esta Lady Marion (Cate Blanchett), repelente, feucha, feminista y guerrera de las tan femeninas interpretadas por la bellísima Olivia de Havilland o la simpática Mastrantonio, casi tanta como la que hay entre este película con las versiones de 1938, 1973 y 1991, la mejor de todas ésta última. De la penosa república anarco-comunista del final o de las falacias históricas para legitimar un discurso liberal-democrático no merece la pena ni hablar (SPOILER).
Pero errores hay más. Por ejemplo, que nadie se percate, tras diez años de ausencia, de que ese señor no es el tal Loxley, criados incluidos. Hay momentos desternillantes en el que algún que otro anciano le espeta: "¿Os acordáis de mi?". Longstride no lo puede hacer evidentemente, pero que se ve el buen hombre tampoco porque si lo hiciera reconocería en él a un usurpador. Mientras tanto, atención a los compañeros de lucha de este soso Pseudorobin, de los más grises de la historia. Hay uno con barbas que creo que ni siquiera llega a hablar. Y hablando de secundarios, qué diferencia de esta Lady Marion (Cate Blanchett), repelente, feucha, feminista y guerrera de las tan femeninas interpretadas por la bellísima Olivia de Havilland o la simpática Mastrantonio, casi tanta como la que hay entre este película con las versiones de 1938, 1973 y 1991, la mejor de todas ésta última. De la penosa república anarco-comunista del final o de las falacias históricas para legitimar un discurso liberal-democrático no merece la pena ni hablar (SPOILER).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Errores históricos hay muchos, evidentemente. Los que más me interesan por la intencionalidad ideológica son dos. Primero, los franceses no invadieron Inglaterra sino que eran los ingleses los que tenían territorios y feudos al otro lado del Canal de la Mancha. Sin embargo, en la mitología liberal inglesa, Francia siempre se ha presentado como la campeona del Despotismo y su derrota, un requisito indispensable para garantizar la libertad de la Isla. Por eso, es conveniente tergiversar la historia poniendo a los galos de malvados atacando impunemente a la democracia en ciernes que era Inglaterra. La realidad, como digo era al revés. Si no recordad, que con Parlamento, Carta Magna y demás garantías preliberales, Inglaterra se dedicó a saquear, guerrear y conquistar si era posible toda Francia durante la Guerra de los Cien Años (1337-1453).
Segundo, lo de la Carta Magna era un camelo. Algunos se creen que lo dice Robin Hood era lo que pondrían en ese documento, origen de las libertades modernas. Mentira. La Carta lo que hizo fue garantizar unos privilegios a la nobleza, no al pueblo, ni a los vasallos, ni mucho menos. Estos barones tan pomposos se revelan porque no quieren pagar impuestos ellos, sino sólo los plebeyos y mediante este texto quedaron exentos. Si hubiera habido algún iluso como Robin soltando ese discurso cualquiera de estos lo hubiera atravesado con su espada.
Lo de la caricatura de la realeza, la iglesia o los recaudadores de impuestos, o sea, los poderes fácticos, es tan burda y grotesca, que no hace falta rebatirla.
Segundo, lo de la Carta Magna era un camelo. Algunos se creen que lo dice Robin Hood era lo que pondrían en ese documento, origen de las libertades modernas. Mentira. La Carta lo que hizo fue garantizar unos privilegios a la nobleza, no al pueblo, ni a los vasallos, ni mucho menos. Estos barones tan pomposos se revelan porque no quieren pagar impuestos ellos, sino sólo los plebeyos y mediante este texto quedaron exentos. Si hubiera habido algún iluso como Robin soltando ese discurso cualquiera de estos lo hubiera atravesado con su espada.
Lo de la caricatura de la realeza, la iglesia o los recaudadores de impuestos, o sea, los poderes fácticos, es tan burda y grotesca, que no hace falta rebatirla.