Clint Eastwood superaba ya los setenta años, razón por la que se le ve un poco mayor para estos trotes. Sin embargo, como dice aquel, quien tuvo retuvo y guardó para la vejez. Así que tiene carrete para enfundarse de Terry McCaleb, agente del FBI retirado, con achaques y un corazón nuevo, pero agente a fin de cuentas. El director-actor adapta a su aire una novela de 1998 de Michael Connelly, personaje sin ninguna relación con Jennifer Connelly, que quede claro, con un resultado pasable pero que no funcionó en taquilla, recaudando tan sólo algo más de la mitad de lo invertido en el filme.

Para ser sinceros suelo criticar a Eastwood en su faceta de director pero cuando se decide por el thriller convencional no da mal resultado. Tiene un comienzo muy brusco pero luego da un salto de dos años para plantearnos una investigación muy interesante sobre un extraño homicidio. Aunque no es su mejor película, la parte detectivesca la cocina con profesionalidad si bien una vez se resuelve el misterio, de un modo torpe hay que añadir, acaba en picado en una recta final de lo más trillada. Con todo, "Deuda de sangre" está bien armada pero yo resolví el caso casi al completo al poco rato.