No estoy muy seguro de si "Patines de plata" es una película realmente navideña, por más que se ambiente en estas fechas, salen hasta celebrando el año nuevo, pero una obra rusa ambientada en los últimos años del zarismo, entre 1899 y 1900 para ser precisos, es un caramelo demasiado goloso para que lo deje pasar. A la postre lo mejor que decir del largometraje es que gracias a su elegante puesta en escena visualmente es muy bonito de ver. La ambientación, la fotografía o el vestuario son de primera. Sobre este último, la moda femenina de esta época es muy atrayente y por eso sus looks son preciosos. Como ejemplo, me encantan esos gorritos de pelo.

Pero más allá del envoltorio, nunca mejor dicho, lo que tenemos es una trama que no deja de ser un refrito de clásicos tan tóxicos como "La dama y el vagabundo" (1955) o "Titanic" (1997). La idea de juntar a la aristocrática con el mendigo me resulta de por sí altamente molesta pero es que encima cuando me la cuentan así, con tanto feminismo moderno, es que es un disparate. O dicho de otra forma, lo que sucede aquí es imposible que hubiera pasado y la prueba de lo que digo es que ¡nunca ha sucedido! Ahora bien, el que apruebe o aliente una venganza revolucionaria que destruya todo lo que suene a antiguo régimen reaccionario y machista la disfrutará. Yo no.