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España España · Barcelona
Voto de Sémele:
7
Comedia. Romance. Fantástico Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen sigue con su 'tour' por las ciudades europeas a golpe de postales turísticas. Lo hizo con 'Vicky Cristina Barcelona', un pequeño altibajo en su carrera, cargado de tópicos y con los dos actores españoles más internacionales de nuestro cine, Pe y Bardem, muy pasados de vueltas, y ahora lo vuelve a hacer con 'Medianoche en París', muchísimo más redonda que la de Barcelona, y muchísimo más inspirada.

La película arranca con un glosario de lugares comunes parisinos, para, tras los títulos de crédito marca de la casa, adentrarse en un territorio conocido en el universo de Allen, esto es, Owen Wilson (posible 'alter ego' de Allen), Gil, un exitoso guionista de Hollywood que acompaña a sus futuros suegros, con los que mantiene una relación tirante, y a su futura esposa, Inez (Rachel McAdams) hasta la ciudad de los sueños: París. Su sueño de publicar una novela y de vivir en una buhardilla en París parece cobrar vida cuando una noche por casualidad se introduce en una especie de universo paralelo en el que se topa con grandes artistas (Hemingway, Dalí, Picasso, Buñuel, etc.) de feliz paseo por el París de los años 20.

A partir de aquí, la doble vida del protagonista nos muestra hasta qué punto quiere huir de su presente, al que (casi) no encuentra suficientes alicientes, y, al mismo tiempo, el adentrarse en un universo fascinante no tiene porqué suponer el hallazgo del paraiso. También encomiable el retrato de la familia política (novia y padres de la novia) y de los amigos ocasionales (Michael Sheen y compañía), ricos, engreídos y superfluos, cuyo contraste con el protagonista deja en evidencia la vida vacía de este lado y en innegable atractivo del otro.

Un divertimento muy agradable, con la otrora chispa y el ingenio de Allen, que parecía haber perdido últimamente; una historia cargada de buenas intenciones con la que resulta casi imposible salir del cine sin una sonrisa. El reparto es de gran nivel, destacando a un entregado Owen Wilson, a la extraordinaria Marion Cotillard, a un acertadísimo Michael Sheen como el pedante de turno y atención también a la anecdótica y sorprendente aportación de Adrien Brody.
Sémele
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