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Voto de Daniel:
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Drama
En 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuatro jueces, cómplices de la política nazi de esterilización y limpieza étnica, van a ser juzgados en Nuremberg. Sobre Dan Haywood (Spencer Tracy), un juez norteamericano retirado, recae la importante responsabilidad de presidir este juicio contra los crímenes de guerra nazis. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más grande tragedia de la historia a juicio, con honestidad, inteligencia y veracidad.
Fascinante: Basada en uno de los celebérrimos juicios de Nuremberg tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Tres jueces liderados por el entrañable juez retirado Dan Haywood, juzgarán a su vez a cuatro jueces nazis responsables de las políticas de esterilización y limpieza étnicas. Sobre Haywood recae la importante responsabilidad de presidir este emblemático juicio sobre el exterminio y holocausto nazi. Mientras, ya en plena guerra fría, los países europeos prefieren olvidar el pasado y las presiones se dejarán notar.
Fascinante: Basada en uno de los celebérrimos juicios de Nuremberg tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Tres jueces liderados por el entrañable juez retirado Dan Haywood, juzgarán a su vez a cuatro jueces nazis responsables de las políticas de esterilización y limpieza étnicas. Sobre Haywood recae la importante responsabilidad de presidir este emblemático juicio sobre el exterminio y holocausto nazi. Mientras, ya en plena guerra fría, los países europeos prefieren olvidar el pasado y las presiones se dejarán notar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con grandes interpretaciones, resulta muy rica en fondo y forma, la representación de los cuatro jueces juzgados es verídica y metonímica por cuanto sirve para describir los cuatro tipos de personas que claudicaron frente al todopoderoso estado nazi, a saber: el juez nazi convencido, cínico y perverso; el juez anciano, amoralmete colaborador y acomodado; el juez obediente; y, por último, el buen juez, académico y democráta, que no hizo nada (genialmente interpretado por el torturado Lancaster) y que, en representación de Alemania escenifica un tremendo "mea culpa" (¿Dónde estábamos cuando...) ante el pasmo de jueces, espectadores y del propio abogado defensor. Hay además otros elementos que realzan la belleza de esta obra maestra: las dudas del Haywood, los esfuerzos de la rica viuda (Dietrich) de convencer sobre la bondad de los alemanes (no sabiamos...), la inteligentísima defensa del abogado Rolfe (vaya palos a EEUU y los aliados), la interesante sucesión de testigos; la ortodoxia inculpatoria del fiscal, que resulta a ratos justa y a ratos excesiva lo que propicia la reflexión, que concluye genialmente con la sentencia inculpatoria y con la ulterior conversación final en la cárcel. Una mirada lúcida, muy retórica, despajada de odio (como es preceptivo en un clásico), con silencios elocuentes y, en definitiva, una visión inteligente y moral, casi filosófica, sobre el mal, el perdón, la justicia humana, la responsabilidad personal y la responsabilidad de los estados frente a la mayor tragedia de la historia. Ejemplar y absorvente.