Iñárritu, te saludo. Y te doy la enhorabuena, pues has convertido una historia complicada y difícil de contar en algo muy simple y efectivo. A pesar de tu insoportable arrogancia fílmica, admiro el valor y la habilidad que has demostrado con esos silencios, guitarras rasgadas, dolor y sufrimiento. Eres un gran director, no me cabe duda. Amores Perros y 21 gramos, ya estaban ahí para dejarlo bien claro.
A pesar de tus múltiples planos eternos, A pesar de tu terrible manera de meter relleno, con una guapísima Rinko Kikuchi como protagonista de escenas que no llevan a ninguna parte, estoy dispuesto a perdonártelo todo y por si fuera poco, a recompensar tus servicios de la única forma posible; diciendo que es una buena película. Y seguramente no habría sido ese el resultado, sino fuera por un Brad Pitt soberbio (como siempre) y un Gael García Bernal en su elemento.