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Voto de El malvado Carabel:
10
Drama Joseph (Peter Mullan), un viudo alcohólico, violento y autodestructivo, encuentra una esperanza de redención en Hannah (Olivia Colman), una mujer muy religiosa a la que conoce a raíz de un altercado. Al principio Joseph se burla de su fe y da por supuesto que su vida de creyente debe de ser muy apacible, pero pronto descubre que, por el contrario, está llena de dolor y confusión. A medida que su relación se consolida, ambos se dan ... [+]
27 de noviembre de 2011
34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nivel personal, lo estridente me perturba, si me encuentro en un lugar cómodo me empuja fuera de él, incluso de atmósferas ásperas (a un más allá). Un ruido súbito, un portazo violento, un manotazo metálico, un grito desacompasado con mi caminar por la calle o el aullido de un niño corriendo pueblo abajo... también.

A nivel muy personal, me he dejado llevar hasta el extremo con esta historia, he entrado en el juego (de un sólido y novel director) y me he creído víctima, justiciero, asesino, salvador, atormentador, empático, liviano, cristiano, ateo, culpable, soberbio, liberado, oprimido... He sentido cada sonido dentro de mí y ha removido hasta mi pulso. He trasladado los ojos sufridores (de unos actores desorbitantes) a los míos, pero no me he dejado esa chispa de vida que se intuyen detrás de ellos. Vida cual motor es la rabia, cada cual con su motivo, yo con el mío. Rabia que se puede sentir incluso cuando se consigue instantes de tranquilidad, comodidad y, quizás, felicidad.

A nivel fuera de lo personal, la violencia no es justificable aunque vaya a seguir existiendo por siempre, por lo que tendremos días que no serán el día para ver este film, incluso ninguno para muchos de nosotros o, directamente debería decir, no existirá ese día para nadie. Hoy, bajo esta premisa, tampoco era mi día para ir a verla, y se que para mi acompañante tampoco y presiento que los que se sentaron a mi alrededor sintieron algo parecido. Pero allí estábamos... Y a mi, por sus sonidos taquicárdicos y el dopamínico guión, me arrolló.

Disculpen que haya perturbado esta crítica con mi sentido más personal (probablemente alejada de la objetividad).
El malvado Carabel
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