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Voto de Dromedario:
7
8,1
20.158
24 de marzo de 2008
181 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquellas madrugadas sudorosas en busca de una gota de vodka que llevarme a los labios guardaba una petaca en la mesilla de noche. Asimismo, comencé a coleccionar botellas en la estantería del salón y a acompañar las comidas con whisky (al final las suprimí por falta de tiempo). Utilicé las macetas como minibar y los tenedores de picahielos. Perdí la noción del tiempo. Te olvidé.
Cierto día contemplé un reflejo en la ventana y pude observar unos ojos dependientes de un último trago, una barba sin arreglar y una mueca desesperada. Al principio no me reconocí, me dio igual, y a mi paladar sediento también.
No lo había comentado antes, pero mi mejor amigo era el vaso bañado en Bourbon (y mi garganta áspera su fiel compañera), hasta que una noche vi "Días de vino y rosas" y me distancié de él. Taché la palabra alcohol de mi diccionario. Prometí no seguir bebiendo.
Prometer es una palabra complicada.
Cierto día contemplé un reflejo en la ventana y pude observar unos ojos dependientes de un último trago, una barba sin arreglar y una mueca desesperada. Al principio no me reconocí, me dio igual, y a mi paladar sediento también.
No lo había comentado antes, pero mi mejor amigo era el vaso bañado en Bourbon (y mi garganta áspera su fiel compañera), hasta que una noche vi "Días de vino y rosas" y me distancié de él. Taché la palabra alcohol de mi diccionario. Prometí no seguir bebiendo.
Prometer es una palabra complicada.