Sigue conservando todo su vigor esta tensa película de suspense que se convirtió en el mayor éxito de su director Michael Crichton. En esta ocasión adapta la novela homónima de Robin Cook logrando crear una tensión sobre los misteriosos e inexplicables casos de coma de un hospital de Boston que mantiene en vilo al espectador hasta el final. El guión es riguroso y didáctico en los temas médicos que trata y aunque es cierto que la resolución de la trama puede resultar algo previsible, el gran mérito de la cinta reside en el ritmo y el clima de intriga que crea su director reforzado con la partitura del siempre correcto Jerry Goldsmith.

Sus conocidos actores también rayan a gran altura con una convincente Geneviève Bujold como protagonista. Michael Douglas por su parte, empezó a tomarse en serio su carrera como actor en la pantalla grande con esta película después de triunfar en la televisión con Las calles de San Francisco y como productor con la galardonada Alguien voló sobre el nido del cuco. A finales de los setenta participó en varios títulos importantes cuyo éxito comenzó a cimentar su estatus de estrella. Richard Widmark también destaca con un breve pero inquietante papel. Y como anécdota comentar que tanto Tom Selleck como Ed Harris dieron sus primeros pasos en el cine con este film.