Debut en la dirección del aclamado director David Fincher con la tercera entrega de la saga Alien. La película contó con un holgado presupuesto y está muy bien hecha, por eso y por el destacado trabajo del minusvalorado Charles Dance le doy un aprobado. El resto es básicamente lo de siempre con la única novedad de que Ripley aparece con el cráneo rapado por exigencias del guión al ambientarse la trama en un planeta prisión infestado de piojos. A dicho planeta llega la nave de la teniente Ripley después de que el marine Hicks y la niña superviviente murieran durante la hibernación. Pero no está sola con los presos más peligrosos de la Tierra porque un nuevo alien ha llegado con ella y les volverá a poner las cosas difíciles a todos.

Fincher demostró que todavía no estaba muy maduro porque la película no acaba de arrancar. Quiere recuperar el espíritu de la primera entrega en la que el monstruo apenas aparece y apostar más por el suspense y los sustos pero la cosa no funciona del todo. La cinta no acaba de enganchar por la ausencia de logradas escenas de suspense, todo se ve venir a la legua, la última vez que la vi me decepcionó más de lo que me defraudó cuando la vi en el cine. De las cuatro que componen la serie, tal vez sea la peor junto con la cuarta entrega. Es cierto que existe una versión que incluye el montaje original del director que dicen mejora el acabado de la película, yo no le he visto porque tampoco me interesa.