En su día fue uno de los filmes más vistos en el 85. La crítica siempre la consideró nefasta. Pero también hay que reconocerle que como espectáculo de acción no es mala. Tiene una gran fuerza visual y está bien filmada con una vistosa fotografía y buenos efectos técnicos. Tiene estética de cómic ultraviolento y parece más un videojuego que una película.

George Pan Cosmatos, que ya había demostrado sus dotes para el cine de acción en películas como El puente de Casandra o Evasión en Atenea, fue el encargado de dirigir con acierto esta exitosa producción bélica, en la que el veterano de guerra John Rambo, tiene la misión de averiguar si existen prisioneros americanos en Vietnam. Su amigo y mentor el coronel Trautman le asigna este encargo después de librarle de la condena de trabajos forzados que cumple tras los incidentes narrados en la primera parte. Una vez alcanzado su objetivo comprueba como efectivamente si que hay rehenes y sin embargo, recibe la orden de regresar a la base. Rambo se niega y comienza la fiesta.

En su momento hasta el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan, se declaró fan de la película. Otros políticos en cambio dijeron que con la cantidad de vietnamitas que mata Rambo no se explica cómo se pudo perder la guerra. En cualquier caso Rambo no deja de ser un ligero pasatiempo con escenas de acción muy conseguidas, sobre todo cuando nuestro héroe usa el arco o cuando escapa de la lancha pirata, aunque los ataques de final con el helicóptero resultan del todo inverosímiles hasta la carcajada.