En contra de lo esperado, la serie es muy decente. Y a pesar de no contar con un gran presupuesto, luce muy bien. Quién lo habría imaginado, viendo la pobrísima recepción que tuvo en un principio.

Cada vez que sale el Jefe Maestro, la serie sube como la espuma. Y cada vez que aparece Kwan Ha, ese personaje (femenino y no blanco, claro) de postín, empoderadísimo hasta el absurdo, y metido absolutamente con calzador, cae en picado. Nada nuevo. El Wokismo está lastrando las últimas producciones audiovisuales de una manera inimaginable.

Con todo, la historia principal es muy entretenida, Pablo Schreiber es un gran Jefe Maestro, todo el Covenant está brutalmente conseguido, y cada enfrentamiento con los alienígenas te deja sin pestañear.

A pesar de alejarse del videojuego, el guión y la historia no defraudará a ningún jugador. Y es que el universo Halo es grandioso y da para mucho. Sólo eché en falta alguna partitura más de la genial música de los juegos.

Si las siguientes temporadas se centran completamente en el Jefe Maestro y abandonan subtramas impuestas por cuotas, estaremos ante una serie enorme. Esperemos que así sea. Aunque no será fácil que lo vean nuestros ojos.