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Voto de willyimagine:
5
6,0
7.863
Drama
Steve Butler (Matt Damon), un ejecutivo de una gran empresa, llega a un pueblo con una compañera de trabajo (Frances McDormand) para comprar los derechos de perforación a los propietarios de las tierras, casi todos ganaderos. En esa población, asolada por la crisis económica de los últimos años, Steve intentará convencer a la gente de los beneficios de perforar sus tierras, pero también tendrá ocasión de reconsiderar lo que ha sido su ... [+]
22 de abril de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el sumplemento cultural de "El mundo" venía hoy una reseña de esta película firmada por Gonzalo de Pedro donde se destacaba el retrato de los "working class heroes" que hace el director. Al margen de que el señor crítico deba revisar el concepto de "working class" (asociado al mundo urbano y de distinta problemática que el campesinado), lo cierto es que para mí la clave de la película está en el protagonista (encarnado en Matt Damon) porque sobre él, como único personaje dubitativo del filme, recae todo el interés y, a la postre, el fracaso del filme.
Comparemos las dos escenas donde este personaje, como representante de la multinacional, se dirige al pueblo congregado en la pista de baloncesto. En la primera, tras un ataque a la empresa, sale a defender su posición con la banderita de EEUU al fondo (y con cara de resacoso, recordando la resaca del capitalismo en el corto "Españistán"), en lo que promete ser un discurso convincente, pero que empieza con un "no soy un tipo que tenga todas las respuestas", que puede sonar a maniobra pero que... no lo es. El tipo no tiene las respuestas, y se muestra balbuciente. Aquí está el interés de la película, que se abre en unos minutos centrales de dudas y cotidianidad, donde nadie tiene respuestas maniqueas (lo que recuerda al mejor Van Sant, el de "Elephant").
La segunda escena frente al pueblo, sin embargo, es de muy diferente factura (pero tiene que ser contada en el "spoiler").
En el medio, una historia de amor que sobra y molesta, alguna ironía lograda (la repetición comercial de bromas o trucos de apariencia espontánea, que recuerdan a los de Gael en "No"), algún simbolismo obvio pero eficaz (las dos jarras de cerveza frente al botellín, el teléfono fijo sobre el "laptop") y algún otro brillante (la caída natural del cartel de "Global" sobre el coche, a la manera de los "escraches" intencionados del ecologista).
Pero ese final...
Comparemos las dos escenas donde este personaje, como representante de la multinacional, se dirige al pueblo congregado en la pista de baloncesto. En la primera, tras un ataque a la empresa, sale a defender su posición con la banderita de EEUU al fondo (y con cara de resacoso, recordando la resaca del capitalismo en el corto "Españistán"), en lo que promete ser un discurso convincente, pero que empieza con un "no soy un tipo que tenga todas las respuestas", que puede sonar a maniobra pero que... no lo es. El tipo no tiene las respuestas, y se muestra balbuciente. Aquí está el interés de la película, que se abre en unos minutos centrales de dudas y cotidianidad, donde nadie tiene respuestas maniqueas (lo que recuerda al mejor Van Sant, el de "Elephant").
La segunda escena frente al pueblo, sin embargo, es de muy diferente factura (pero tiene que ser contada en el "spoiler").
En el medio, una historia de amor que sobra y molesta, alguna ironía lograda (la repetición comercial de bromas o trucos de apariencia espontánea, que recuerdan a los de Gael en "No"), algún simbolismo obvio pero eficaz (las dos jarras de cerveza frente al botellín, el teléfono fijo sobre el "laptop") y algún otro brillante (la caída natural del cartel de "Global" sobre el coche, a la manera de los "escraches" intencionados del ecologista).
Pero ese final...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Segunda escena del protagonista frente al pueblo: en lugar de las dudas y las complejidades que en algún momento alimentaron su interés, la película toma un decidido giro, ya anunciado, hacia el maniqueísmo simplista, con la "conversión" del protagonisa y con su recompensa (el amor de la profesora, que es, sin duda, la subtrama más deleznable, por superficial e innecesaria). Cuánto mejor hubiera sido, para la complejidad de la película, que el discurso final buenista de Damon fuera, por ejemplo, una nueva vuelta de tuerca, una estratagema para meter en el bolsillo a su público y finalmente salirse con la suya. Así se incrementaría el interés y se forzaría más la inteligencia del espectador.
Por cierto, el caminar de Matt Damon a cámara lenta tras su acto heroico es, directamente, de vergüenza ajena.
Por cierto, el caminar de Matt Damon a cámara lenta tras su acto heroico es, directamente, de vergüenza ajena.