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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
7
Drama. Romance Entre disparos y boleros, una relación apasionada florece entre un travesti solitario y un joven guerrillero durante la dictadura de Pinochet. (FILMAFFINITY)
27 de abril de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo miedo torero (2020) es una coproducción entre Chile, Argentina y México, dirigida por Rodrigo Sepúlveda y basada en un libro del escritor Pedro Lemebel. En un país todavía gobernado por el dictador Pinochet un revolucionario y una travesti inician una relación que traspasa la amistad.

Por Nicolás Bianchi

El personaje principal de Tengo miedo torero es La Loca del Frente (Alfredo Castro), una travesti que dice no tener nombre o no quiere decirlo, quizás porque ocupa en la narración un lugar simbólico. Las ‘locas’ o las ‘maricas’, como se llama a sí mismo el personaje más de una vez, no tienen lugar en el país gobernado por la dictadura asesina de Pinochet pero tampoco en los proyectos revolucionarios de izquierda. ‘¿Acaso hay comunistas maricones?’, se pregunta el personaje que representa a los o las desclasadas, a los que no tienen lugar, a las que siempre fueron dejadas de lado.

La Loca huye de una razzia en un pub donde varias travestis interpretan un número musical que es interrumpido, a los tiros, por los militares. En un callejón se topa con Carlos (Leonardo Ortizgris), un revolucionario mexicano que viajó a Chile desde Cuba con una misión que no se va a develar hasta bien entrado el relato. De ese encontronazo, en el que él la salva a ella de ser apresada, surge una relación que se mueve entre el romance, la amistad y el interés.

Carlos va a comenzar a utilizar la casa de La Loca como depósito de ‘cajas con libros’, que además de contener textos guardan otro tipo de herramientas. Así las visitas y los encuentros entre ambos se van a suceder, a veces con un propósito específico y a veces no tanto. La esporádica presencia de Laura (Julieta Zylberberg) le recuerda a ella que su historia con Carlos tiene un fin, un objetivo, que es la operación que preparan los revolucionarios.

La Loca es una marginal en todo sentido. Es discriminada explícitamente por los militares y se siente rechazada por el resto de la sociedad. Vive, además, en una casa que tomó luego de un terremoto, al borde del derrumbe y sostenida por unos pilotes de madera. El exceso estético que propone Sepúlveda en la puesta en escena de la película a veces borronea el lugar social del personaje, que vive en un barrio donde no sobra nada. En otras palabras, La Loca no solo es ‘marica’ sino que también es pobre.

A medida que el film avanza el cuidado estético de las imágenes, que como ejercicio fotográfico es destacable, van en desmedro de la tensión y la intensidad del drama que se presenta en la película. Que sea todo demasiado lindo le quita sangre a una historia que tiene momentos de una oscuridad que acaba demasiado iluminada. Al momento del estreno, el año pasado, hubo también críticas sobre la fidelidad con respecto a la obra original de Lemebel, sobre lo que se puede leer una opinión mejor informada que la nuestra aquí.

Tengo miedo torero tiene sus puntos más altos en el trabajo actoral del experimentado Castro, en la música original compuesta por Pedro Aznar y en una banda de sonido integrada por temas de Chavela Vargas, Lola Torres, Paloma San Basilio y Elis Regina, entre otros intérpretes. Cuando La Loca dice la frase que encabeza la reseña, o sea lo de la revolución inclusiva, la escena aparece forzada dentro de un diálogo mucho más trivial, como la mayoría de los que tienen lugar en la película. En seguida el personaje dice que cuando eso suceda ella estará en primera fila. No es este un film en el que se logre esa densidad crítica que seguramente pervive en las páginas escritas por Lemebel, demasiado edulcoradas en esta trasposición cinematográfica.
El Golo Cine
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