En su ópera prima Melina Matsoukas exhibe sus habilidades estéticas para componer, en Queen & Slim (2019), un thriller racial que cuenta la fuga de dos jóvenes negros luego de ser atacados por un policía blanco.

Por Nicolás Bianchi

La directora Melina Matsoukas construye en Queen & Slim (2019) una película sobre una huída, como fueron Thelma & Louise, Bonnie & Clyde y tantas otras, con un diferencial: el componente racial. El largometraje expone la tensión que viven los negros en Estados Unidos y cómo sus vidas están atravesadas por el racismo que sufren, sobre todo, de parte de la policía.

Otro componente distintivo del film es el talento estético de Matsoukas. Si bien Queen & Slim es su ópera prima en el cine, la directora cuenta con una larga trayectoria como realizadora de videoclips musicales para artistas como Rihanna, Beyoncé y Jennifer López, entre otras. El viaje de escapada que inician los personajes va a ser también una travesía fotográfica en el que se van a resaltar los cuerpos, sus poses y los paisajes del sur estadounidense.

Slim (Daniel Kaluuya) y Queen (Jodie Turner-Smith) acuerdan una cita en un típico café norteamericano luego de hacer contacto por la aplicación Tinder. Ella tardó en responder pero finalmente accedió al encuentro. En principio no parece haber mucha química. Queen es abogada, especialista en derecho penal, y tuvo un mal día, por lo que necesitaba una salida para airear su cabeza. Slim intenta, sin demasiado éxito, seducirla. Cuando, ya en el auto de él, un juego entre ellos provoca que el vehículo zigzaguee levemente, se prenden las luces azules y suena una sirena. Un policía le exige a Slim que baje del auto y lo revisa. No hay ningún justificativo para la actitud del oficial, solo prejuicios. El trato pasa a ser violento. Queen baja del auto con el objetivo de filmar el abuso pero el agente le dispara en una pierna. Un posterior forcejeo con Slim termina con el policía muerto de un tiro. Sin buscarlo, Queen y Slim se convierten en bandidos. ‘Si te entregas al Estado no sales más de prisión’, dice Queen. La fuga comienza.

Ante el racismo visceral de la policía blanca cualquiera puede terminar convertido en forajido por accidente. Queen y Slim van a encontrar su personalidad definitiva como fugitivos luego de visitar al tío de ella, un proxeneta que les provee refugio por una noche. De allí salen con sus disfraces definitivos, transformados por el lente de Matsoukas en estrellas de pop que no cantan sino que huyen. Mientras tanto la relación entre ellos cobra vuelo. Sus diferencias se exponen en un diálogo permanente que atraviesa la película.

Para sorpresa de ambos en las rutas y posadas del camino en las que se detienen los bandidos reciben mucho más apoyo del que esperan. La viralización del caso les juega a su favor, sobre todo en la comunidad negra. La película deja traslucir una sensación de hartazgo con respecto a la tensión racial. El estallido social provocado por el asesinato de George Floyd parece mucho más comprensible y menos sorpresivo desde el ambiente que expone la narración del film. Existe, en las imágenes de Queen & Slim, la idea de que algo así estaba por pasar, el vaso estaba pronto a colmarse.

Matsoukas consolida un interesante debut con el film, que obliga a concitar atención sobre próximos proyectos. Quizás a la película le sobren 10 o 15 de los 132 minutos de duración. La atracción por los personajes apenas se diluye en algunas secuencias un tanto estiradas pero nunca se apaga. Al desenlace no le sobra originalidad pero es efectivo y está tan bien filmado como el resto del largometraje.