Entre el drama y la fantasía, esta película tiene en el centro a un personaje que se rencuentra con sus padres muertos hace tiempo. Basada en la novela Strangers, de Taichi Yamada.

Por Nicolás Bianchi

All of us strangers siembra un camino de pistas para que el espectador lo recorra. Se trata de un film que, afortunadamente, nunca explica del todo bien qué es lo que está sucediendo. En cambio, prefiere sugerir. Hay también una reflexión sobre la soledad. Este tema queda planteado rápidamente, ya que el protagonista Adam (Andrew Scott, el cura en la serie Fleabag) vive en un departamento amplio en un edificio enorme pero prácticamente inhabitado.

De fondo, esta película muestra una ciudad de Londres que luce algo distópica. Principalmente, lo que falta es gente. Esto sugiere una situación, por ejemplo, post apocalíptica. De todos modos, no hay ninguna referencia a una pandemia, una guerra o algún evento natural catastrófico. Simplemente, se trata de una ciudad que sigue funcionando pero está semi vacía. Incluso, de noche se ven pocas luces prendidas en las ventanas de los edificios.

En cualquier caso, la primera trama que se empieza a desarrollar en este film presenta un romance. Adam conoce a Harry (Paul Mescal), otro de los pocos habitantes de este solitario edificio. Si bien entre ambos se desarrolla una atracción, hay algo de afinidad que pasa por dos personas que son algo así como sobrevivientes de un naufragio. Nuevamente, nada de esto se dice o se explica, pero sí se sugiere.

Después de este encuentro, Adam viaja a los suburbios de la ciudad. Allí hay una casa en la que es recibido con mucho afecto por sus padres (Jamie Bell y Claire Foy). Pero hay algo que no cuadra. Ambos son hasta más jóvenes que su hijo. Las ropas de los dos también sugieren que pertenecen a otra época. Además, este encuentro sucede en un ambiente que podría ser onírico o fantástico. Quizás sea un recuerdo en el que este personaje interviene activamente.