Esta película me tocó el corazón de una forma distinta a otras. En esta, la empatía jugó un papel importante. Desde la primera escena hasta la última, el personaje de Emilio te lleva de viaje con él. Creedme cuando digo que el viaje te hace reflexionar. He de admitir que las lágrimas también han estado muy presentes, no por pena sino por rabia. La rabia de no poder hacer nada. La rabia de saber que hay tanta gente como Emilio. Gente tan fantástica como él que pierden la batalla. Es algo dolorosamente triste.

La familia de Emilio como muchas otras en España, en el mundo, viven con ese dolor día a día. Un dolor en el pecho que les recuerda que esa persona que quieren tanto no sabe quien eres ni quien es él mismo. Es peor que la tortura. Por eso me alegra haberla visto, te da perspectiva de la vida. Como en un par de años se puede uno olvidar hasta donde vive.

Aún así es tan necesario verla. La realidad, la cruel realidad. Llega un punto en el que ya no se puede evitar por mucho que se quiera. Esta película es prueba de ello.