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España España · El Puerto de Santa María
Voto de Jesus Gonzalez:
10
Romance. Drama Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor, conoce un día a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda, que cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Therese ha comenzado a tomar fotografías de personas. Carol lleva un abrigo rojo. Cada mañana las observo desde la oficina, ensimismado por como lucen tan irreales del otro lado del cristal de la ventana, como si viviesen dentro de una esfera de cristal donde nada puede tocarlas y, aun así, se sienten frágiles. Ambas de belleza imperturbable, caminan con una ligereza tenue, bañadas en un tono verde vidriado, mientras cruzan la calle.

Se miran la una a la otra diciéndose lo que no pueden expresar en público. Como si el halo de ternura que las envuelve fuese invisible. Han entrado en la cafetería de enfrente, la que sirve el café tan malo, y se han sentado en la que es ya su mesa. Mientras Carol se ausenta para hacer una llamada, Therese mira a través del cristal como las pequeñas gotitas de nieve que han comenzado a caer se van derritiendo al entrar en contacto con el suelo. Su mirada se advierte cálida y lejana, como si estuviese recuperando un recuerdo feliz.

Carol ha vuelto y le ha pasado la mano por el hombro, el contacto ha sido leve, pero se debe haber sentido a kilómetros de distancia, pues las manos de Carol son manos de madre servicial y amante contenida. Therese le sonríe como sonríen los niños al abrir los juguetes en Navidad, con la inocencia de quien no teme perder nunca todo lo que ahora tiene, pero también se advierte un atisbo de deseo en cómo ha clavado sus pupilas en el carmín rojo que perfila los grandes labios de Carol.

Ya se marchan, debo volver a trabajar. Al salir de la cafetería han vuelto a despedirse en silencio, luego volverán a verse, ya libres de miradas juiciosas, de la ropa y el espacio vacío que las separaba esta mañana. Qué ingenuo aquel que piensa que existe barrera alguna capaz de refrenar el incesante empuje del amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
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