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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Maija Meier:
9
Drama. Comedia. Romance Mi-so es una treintañera que está dispuesta a dejar de lado sus necesidades básicas para proteger lo que más ama en la vida: el tabaco, el whisky y su novio. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2020
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
소공녀, lit. A Little Princess, Una pequeña princesa o también traducida como Microhábitat, es un tierno largometraje coreano, un bello drama del año 2017 dirigido y escrito por Jeon Go-woon. El film está ambientado en el neoliberalismo surcoreano en los años 2014 y 2015. Miso es una chica feliz, en tanto tenga lo que quiere: cigarrillos, whiskey, y su novio. Miso, que en rigor es una mujer, una muchacha adulta, significa "sonrisa" y aún conserva su jovialidad y, por supuesto, su sonrisa. El sistema económico capitalista prontamente le aumenta los precios... Primero, el alquiler, razón por la cual duda en abandonar el whiskey o el cigarrillo, pero decide abandonar el departamento que alquilaba. Esta es, básicamente, la sinopsis de la película. El desarrollo transcurre a medida que también aumentan los precios del cigarrillo, y finalmente del whiskey. Básicamente, todo lo que quiere aumenta de precio, incluso su novio..., si se me permite la metáfora. Sin develar nada sustancial a la obra, queda claro el carácter histórico de la trama, en la cual se desarrolla la vida precarizada de una mujer que con una suerte de temple zen sobrevive de aquí para allá al paso del tiempo. La nostalgia se va formando lentamente, como una bola de nieve, a tal punto de no darnos cuenta de ello hasta el epílogo de nuestras existencias, aquello que acontece cuando recordamos amigables sonrisas entre lágrimas. Cuando joven, más o menos hace 10 años, tenía una banda; ahora que sus integrantes han crecido han seguido el curso de sus vidas y ella, amigable, decide visitarles al mismo tiempo que decide pasar las noches, cálidas nocturnidades en reivindicación de la amistad. Noches algunas veces tristes, otras incómodas o extrañas. Ya nadie es, exactamente, la misma persona; sin embargo, siguen siendo las mismas, sólo que cambió el tiempo, que paradójicamente nunca cambia. Nadie parece demasiado conciente, pero tampoco nadie parece tener culpa alguna, si nos percatamos, sumidos en la comprensión del ciclo de la vida y el tiempo, de las circunstancias que cada cual tuvo que atravesar y aún atraviesa. En el capitalismo, esa selva salvaje del sálvese quien puede, nadie está a salvo.

Cuando parece que se está romantizando la precarización laboral, surjen contradicciones ontológicas: hay algo más allá del ser para el trabajo, y es el ser para el ser, el auténtico ser que en pocas personas logra expresarse con tanta potencia, con tanta amabilidad, cordura marginal, tierna autenticidad y "fantasía" según aquellas personas normalizadas que la observan desde sus zonas de confort. Toda persona, digamos, tiene sus chispas de su ser entre tanta alienación capitalista; pero ella, Miso, casi que parece que hizo de este mundo un templo budista, al punto de habitarlo rindiéndole culto a sus únicos dioses: el amor, el whiskey y el cigarrillo. El resto lo provee la vida misma. Esta es la filosofía zen de la existencia, el budismo arreligioso que entiende que cuando se come, se come; cuando se duerme, se duerme, sin preocupaciones más que ocupaciones y que allí cuando se necesita, se recibe. Sin mayores ambiciones, sin codicia ni avaricia. Mas cabe aclarar que la película no contiene referencias religiosas, de ahí que me permita la analogía con la religión menos religiosa de todas. ¿Podría haber tomado otros rumbos, con la totalidad de su ser y su entereza? Sin duda, pero eligió el camino del ser, y ese camino es siempre único, es el camino de una estrella en el cielo negro del cosmos. Ella misma es amor. A donde iba, no dejaba más que amor, calidez, ternura, simpatía y ofrecimiento. No sólo tenía su fuerza laboral para ofrecer en este mundo capitalizado por las ganancias de unos pocos, la cual ofrecía para sobrevivir, sino que también ofrecía como un plus el abrazo de su pulcra conciencia. Una especie de plusvalor espiritual le emergía naturalmente, consecuencia quizás de un viejo trabajo espiritual sobre su propio cuerpo, el único territorio que realmente poseemos apenas durante nuestra corta vida. Un parpadeo en la existencia, ¿para qué sufrir? "El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional". La vida dura lo que una sonrisa. Buda duró lo que su propia sonrisa. Estamos aquí, reímos , y ya no estamos. La nostalgia se acumula, finalmente cae, y nos tambien caemos, como el sol, aunque en realidad seamos la tierra cayendo...; el sol siempre esta allí.

Si la sociedad fuésemos más como Miso y menos como zombies alienados por la explotación capitalista, es decir si fuésemos más nuestro ser en sí, encarnándolo con voluntad, sin inercia, el capitalismo perdería su razón de ser, lentamente, y erguiríamos sobre nuestros hombros nuevas ciudades más justas, un sistema socialista internacional, pleno de paz y alegría, equitativo, necesario.
Maija Meier
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