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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama Años después de que el hijo de Richard (Reed Birney) y Linda (Ann Dowd) causase una enorme tragedia, Jay (Jason Isaacs), y Gail (Martha Plimpton) están por fin dispuestos a hablar en un intento por tratar de seguir adelante con sus vidas. (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2023
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Fran Kranz ha resuelto de forma interesante su ópera prima a través de la mezcla del formato de dos parejas reunidas en un único espacio (como si de “Un dios salvaje” de Roman Polanski se tratase, cuya coincidencia incluso se evidencia en ciertas similitudes en sus respectivos carteles publicitarios) para abordar un tema profundamente colindante con el del “Tenemos que hablar de Kevin” de Lynne Ramsay. El resultado final, sin llegar a ser magistral, resulta sin duda notable gracias a la impagable labor de su elenco actoral.

Este film bucea a pulmón, con el único resorte de la palabra, por la profunda fosa abisal que debe suponer ser los padres de un adolescente despreciable. A la par, también por el dolor de un matrimonio que pierde a su hijo a tan temprana edad. Todo se mezcla en un único espacio, la habitación donde ambas parejas se reúnen para hablar e intentar sacar algún tipo de conclusión que les permita seguir viviendo. Lo más recomendable es ver el film sabiendo lo menos posible de su argumento, porque la verdad no se desvela hasta pasados cuarenta minutos, y esa es su gran baza, lo que la eleva de la previsibilidad general que la habita.

Estilísticamente, Fran Kranz deja muy claras sus intenciones “ab initio”: desarrolla todo el (prescindible) preámbulo que precede a la reunión con planos fijos, para dejar que la cámara siga con posterioridad a los personajes para finalizar de nuevo en el (igualmente prescindible) epílogo a base de planos fijos. Nos interesan esos cuatro personajes, esos dos matrimonios, no los insípidos seres que habitan la parroquia que nada aportan a la trama y que aparecen para abrir y cerrar la cinta.

Como es lógico, en un film de claro aliento teatral como éste, aunque el guión es original y del propio Fran Kranz, el elenco actoral es lo que prima y, sin duda, en este caso resulta soberbio, tanto Jason Isaacs y Reed Birney como, sobre todo y por encima de ellos, ellas, fantásticas madres desoladas encarnadas por Martha Plimpton y Ann Dowd (inolvidable, viva o muerta, Patti Levin en The Leftovers). Un festival interpretativo que, sin duda, es lo mejor del film con diferencia.

La película cuenta con unas simplemente correctas dirección de fotografía de Ryan Jackson-Healy y una (escasa) partitura musical de Darren Morze. Eso y un guión un tanto forzado y a ratos demasiado previsible restan calidad a una cinta que, no obstante, resulta interesante de ver por la dura temática que trata.
Sergio Berbel
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