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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama. Fantástico Giulietta, que duda de la fidelidad y del amor de su marido, acude a reuniones espiritistas buscando consejo y esperando una señal que le muestre que su marido aún siente cariño por ella y que puede recuperarlo. Por casualidad, conoce a Susy, una perniciosa mujer que sólo vive para el amor y que está a punto de destrozar las ilusiones de Giulietta. (FILMAFFINITY)
3 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás lo más importante de un cineasta es que tenga una fuerte personalidad propia que dote a su cine de unas señas de identidad inconfundibles e intransferibles. Sin la menor duda, uno de ellos responde al nombre de Federico Fellini. Hasta el punto de que hayamos adoptado en nuestro vocabulario el adjetivo “felliniano” para remarcar esas salidas de la realidad para dejarse abrazar por mundos oníricos, barrocos y exagerados. “Giulietta de los espíritus” supone una muestra integral de semejante afirmación. Lo estético triunfa sobre el contenido, la ensoñación sobre la realidad, lo onírico sobre lo narrativo. Eso es Fellini y eso es este film.

Y, sin embargo, creo que esa pátina que le otorga la inmortalidad se la otorgan otros tres nombres propios del film:

1.La dirección de fotografía de Gianni Di Venanzo, sin duda, una de las mejores de la historia del cine, en un technicolor prodigioso y con una paleta de colores salvajemente saturados que otorgan a la cinta el aliento lisérgico que necesita un argumento que transita más por lo imaginado y lo mental que por la cruda realidad.

2.La música de Nino Rota, cómo no. Qué sería de Sergio Leone sin Ennio Morricone y qué sería de Fellini sin Nino Rota. La partitura toma el control del film y lo va llevando por sus derroteros en un intercambio de papeles prodigioso.

3.Giulietta Masina: la gran musa felliniana nos regala una interpretación comedida, justa, medida, apasionante cuando está encarnando a una mujer de la alta burguesía que ve cómo su mundo se desmorona ante una flagrante infidelidad de su marido y que busca en el espiritismo una salida imposible; y una exuberante forma de dejarse llevar, por otro lado y de forma simultánea, por los aspectos surrealistas y oníricos de todas sus ensoñaciones y visiones irreales a lo largo del film.

El guión cede ante lo visual. Me importa muchísimo más lo que veo que lo que lo que está ocurriendo. Me dejo acunar por las apabullantes y barrocas formas visuales de Fellini y, cuando creo que me va a dar igual lo que se cuenta, el film comienza a coger velocidad de crucero en su segunda mitad, cuando la comedieta cede ante el drama portentoso y comienza a interesarme.
Sergio Berbel
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