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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama. Thriller. Intriga En un viaje a una pequeña isla volcánica, Fabiola se convierte en espía de su hogar. No tiene evidencias ni certezas, pero su intuición le dice que no todo es lo que parece. Se debate entre el miedo a lo que puede encontrar y la necesidad de obtener respuestas. ¿Hasta dónde hurgar en la intimidad de los demás?, ¿hasta dónde mentir para proteger a la gente que quieres?
30 de noviembre de 2022
1 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claudia Pinto Emperador firma una de las grandes películas de la década en nuestro cine. Un drama desgarrador, tremendo, de un dolor insondable, sucio, pecaminoso, sórdido, lleno de secretos, con un aura de thriller bajo su superficie, abrasador, gélido, apasionado, distante, brutal. No había sentido una intensidad de sentimientos perturbadores de tal magnitud desde “Madre” de Rodrigo Sorogoyen, con la que quiero encontrar algunas similitudes. En suma, una obra maestra de nuestro tiempo.

Todo es oscuro y esconde ominosos secretos en su argumento y en sus personajes. Al espectador se le entiende como un ser inteligente y tendrá que ir uniendo las piezas conforme avanza el metraje para crear la verdadera historia que se cuenta bajo la superficie de lo que se narra. Claudia Pinto Emperador tiene para ello una osadía y una valentía sin precedentes y quien sigue el juego que propone al espectador la cinta tendrá un premio soberbio, la contemplación de una cinta desgarradora.

Un film de personajes donde importan las interpretaciones de las actrices (el festival interpretativo de Juana Acosta y María Romanillos no es de este mundo) y actores que los encarnan y, sobre todo y por encima de todo, el terrorífico paisaje en el que se desarrollan los hechos, una bucólica y preciosa isla volcánica en primer plano, pero un pozo insondable de terribles historias en su fondo. Quizás sea la isla el mejor de sus protagonistas, a pesar de la plétora de seres humanos que aparecen delante de la cámara. Y es que todo es perfecto en este alambicado clásico instantáneo.

Fabiola (mágicamente interpretada por Juana Acosta) regresa a la isla en al que ocurrió la peor tragedia de su vida que aún no ha superado: la muerte de su esposo en un accidente cuando ambos practicaban submarinismo. No retorna sola, sino acompañada de su hija de 14 años Gabi (impresionante descubrimiento el de María Romanillos) y del abuelo de Gabi y padre de Fabiola. Allí se reencuentra Fabiola con una madre distante desde que se divorciara décadas atrás de su padre y una isla cargada de secretos en torno a la figura de su abuelo, ya muy enfermo (aparición episódica del gran Héctor Alterio).

Pero Fabiola comienza a sospechar que algo extraño que no acaba de encajar ocurre entre su padre y su hija, entre abuelo y nieta, y comienza a espiar en su propia casa todo lo que sucede para atar cabos y así confirmar o desmentir sus peores presagios. Mientras tanto, la isla y toda la claustrofobia insana que genera comienza a hacer estragos.

Especialmente acertada y perturbadora resulta la música de Vincent Barrière y espléndidamente gélida la fotografía de Gabriel Guerra, que llega a crear una atmósfera inquietante en sí misma para una película ciertamente impactante e inolvidable.
Sergio Berbel
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