Un tratamiento casi periodístico para ilustrar un asunto lamentable que todavía enrarece las relaciones entre ingleses e irlandeses. La realización, el montaje, la recreación de la época y los personajes son francamente convincentes.

Sin tomar partido de forma explícita, Greengrass deja que las imágenes hablen por sí solas. Y eso tiene doble mérito teniendo en cuenta que se trata de un director inglés. Quienes vivieron los acontecimientos, la prensa internacional, así como la investigación judicial que se hizo pública hace unos meses en Reino Unido, amén de un sinfín de libros y artículos, apoyan sin ningún género de dudas la versión mostrada por la película.

Una auténtica masacre, un episodio fundamental en la reciente historia británica que dio alas al hasta entonces inoperante IRA. Buen cine político casi de obligada visión. Sólo le encuentro un par de pegas, que quizá le sobren unos minutos y un excesivo énfasis formal en el tono documental.