A simple vista "Shadow man" parece la típica película de galletas y mamporros con la originalidad de que está protagonizada por un señor gordo de rostro abotargado que luce coleta. Sin emabrgo, un análisis más en profundidad revela que el señor en cuestión es un Steven Segal todo bocho que mantiene una continua pelea con sus pulmones para conseguir respirar.

Interpretativamente sige siendo el mismo Steven de siempre, pero las peleas están más amañadas que nunca, de modo que los que pensábamos que había tocado fondo en "Alerta Máxima 2" cuando habían retocado algunas escenas con "reboninado, avance rápido, rebobinado, avance..." para conseguir una secuencia en la que Steven le da una serie de bofetadas con los pies al malo, no podíamos imaginar en nuestras peores pesadillas lo que nos esperaba en "Shadow man": ya no es que los malos salten espectacularmente a la mínima, es los pobres actores de doblaje se tienen que tirar ellos hacia los puños de Steven porque éste apenas puede dar golpes entre jadeo y jadeo.

No me cabe duda de que, mientras le paguen, Steven seguirá paseando su decadencia por subproductos como este, pero los guionistas tendrán cada día más difícil organizar coreografías
aceptables para la nueva fisionomía de Segal. Quién sabe, es muy posible que en las siguientes películas haya que drogar a los especialistas para darle algo de realismo ("Steven Segal contra los yonquis apandadores" podría ser un posible título).

En lo estrictamente cinematográfico, "Shadow man" posee una trama relativamente novedosa: Steven es un adinerado hombre de negocios que ha hecho fortuna con la informática (jajaja, sí, se nota, no hay más que ver la cara de simio con la que mira una PDA que un guionista con ganas de cachondeo ha hecho caer en sus manos) que se va de vacaciones a Rumanía y le secuestran a la hija en una de las escenas más absurdas que recuerdo. Su venganza es terrible y bla, bla... Caramba, es cierto, ahora que lo escribo resulta que no es tan novedosa.

Sigo en el spoiler. No desvelo nada (tampoco hay nada que desvelar, aunque quisiera), es que me quedo sin sitio.