Hace 10 años, a rebufo de “Delicatessen” y “La ciudad de los niños perdidos”, “En busca de la luz” me habría parecido sin duda una de las novedades del momento: colorido pintoresco, descaradas maquetas, máquinas de engranajes imposibles, apariencia infantiloide pero con sutiles guiños a los adultos y, en resumen, una completa falta de complejos para exigir imaginación a la hora de imbuirse en los recovecos de una historia simple pero capaz de transportar a otro mundo.

Debe de ser que me he vuelto más exigente con los años(o más viejuno, quien sabe) pero las aventuras de los infrahumanos en el inframundo de Ember me ha parecido una pérdida de tiempo. Si una película me exige imaginación o rejuvenecer mi mente, lo mínimo que le exijo es que lo haga con un propósito, con un objetivo, que me aporte algo, lo que sea, evasión, emoción, misterio, entretenimiento… pero nada de eso hay aquí. Aunque no entiendo mucho de cine y de sus tecnicismos, creo que el adjetivo “plano”, que por lo general me parece pedante cuando lo leo, le viene como anillo al dedo.

Me aburrí. A lo largo de hora y media, las escenas se sucedieron sin otra intención más allá de lucir unos decorados y un colorido deslumbrante (en el sentido de que hería la vista), que se comieron cualquier atisbo de argumento que pudiera tener la película y, por tanto, sin más interés que mirar continuamente el reloj, preguntarme qué pintaban gente de renombre como Tim Robbins o Bill Murray diciendo dos frases de relleno y desear que todo acabara cuanto antes para escribir la crítica. Por no tener, no tiene ni moraleja, ni mensaje final de ninguna clase… podría terminar como termina, cinco minutos antes o rellenando con la carta de ajuste y nos hubiésemos quedado igual.

Plana, simple, lineal, aburrida… cinco minutos de una introducción que no introduce a nadie en ninguna parte y una hora larga de niños sabelotodos que quieren salvar su mundo viviendo increíbles (en el sentido de que no hay quien se crea nada) aventuras. Enrevesada para niños e infantil para adultos, sólo los preescolares le podrán sacar algo de partido por aquello de que les pueda resultar divertido ver cosas vestidas de colores raros pululando por sitios de colores chillones sin exigir algo de sustancia.