Tiene a su favor el ser la primera revisión del clásico de Blancanieves que rompe abiertamente con el canon Disney. Producciones de baja estofa como las versiones de Maribel Verdú y Julia Roberts habían conservado todos los elementos, pero los habían evolucionado hacia lo estrafalario, hacia la chabacanería. “Blancanieves y la leyena del cazador” va en la dirección opuesta: conserva el fondo y la esencia (la madrastra, la magia negra, el golpe de estado…) pero integra los componentes más pintorescos dentro de una propuesta que trata de ser más realista, una historia de aventuras medieval con concesiones a la imaginación y la fantasía dirigida a un público de todas las edades que respeta el cuento pero quiere que se lo cuenten sin todos los rollos infantiloides.

Con todo, no creo que me equivoque si digo que su gran baza no era su propuesta revisionista sino las presencias de una Kristen Stewart buscando su sitio cuando la saga “Crepúsculo” tocaba a su fin y de Charlize Theron. Sin embargo, quien realmente levantó la producción fue un Chris Hemsworth, recién descubierto en “Thor”, mucho más motivado que sus compañeras y que sale en prácticamente todos los planos sin escatimar nada a nivel físico ni interpretativo. De hecho, aunque Theron está tan bien como siempre, Stewart ya empezaba a dar muestras de que el cine comercial no iba con ella y su aportación no pasa de dar la cara cuando lo dice el guion. Es más, cuando era previsible cierta reluctancia a su enfoque novedoso, lo que empañó su estreno fue un gran revuelo hater hacia su figura, pasándole unas facturas que se le tenían guardadas desde "Crepúsculo" y que nadie se atrevía a cobrar.

Con una buena fotografía, una lograda ambientación medieval, mucha acción y unos efectos visuales más que decentes, la producción funciona tanto como película de aventuras como adaptación del clásico. El cuento que conocemos todos sigue estando ahí, con escenas llenas de la majestuosidad propia de Disney y de la oscuridad y suciedad esperable en la época. Pero si quitamos el espejito y los señores de verticalidad disminuida, se podría haber llamado “La princesa destronada” y seguiría siendo igual de convincente y entretenida. La vi en su estreno y me gustó, a pesar de toda la marea 'anti'. Con el paso del tiempo, me reafirmo en que la película es lo contrario al aburrimiento. Y creo que, precisamente el tiempo, ya sin la novedad de que sale fulanito o menganita, ha dejado la película como lo que es, una buena opción de aventuras.