A estas alturas, poco se puede decir de un cómic mítico como “Astérix”, una mezcla de aventuras, humor, historia, parodia, sátira y otros cien ingredientes – muchos de ellos secretos – en unas proporciones y con una preparación tan secreta como la propia poción mágica que hace invencibles a los irreductibles galos. Los volúmenes originales (hasta “Astérix en Bélgica”, los nuevos sólo toman el formato de la franquicia) merecen formar parte de la Literatura Contempóranea y, si me apuras, de la Universal. La forma de proyectar sobre la Historia situaciones contemporáneas con ese humor tan fino, inteligente y elegante lo he visto muy pocas veces.

Supongo que por eso casi todas las adaptaciones a la pantalla (cine o TV) han fracasado de una manera más o menos estrepitosa. “Astérix el Galo” fue la primera adaptación (serie y película) y una de las más fieles, pero se encontró con que los chistes que funcionan sobre el papel, en formato viñeta, requieren su propia preparación específica cuando las imágenes fluyen constantemente en pantalla lo que, unido a lo extraño de oír las voces de los personajes tan distintas a cómo sonaban en nuestras cabezas desde pequeños y a lo tosco de la técnica en los dibujos, hacían del conjunto un cuerpo extraño y rechazable.

Se ve que tomaron nota de que la adaptación fiel no funcionaba, porque luego vinieron varias películas de dibujos animados pensadas específicamente para la pantalla, con inspiraciones en tal o cual cómic, pero sin seguir ninguno en concreto. El resultado fue más aceptable, encajaba mejor… pero carecía del punch del Astérix original. Podían ser buenas películas de aventuras para niños, pero el humor era simple, de tartazos y porrazos, y estaba muy lejos de hacer sentir que ese Astérix era mi Astérix. De las películas con actores de carne y hueso, mejor ni hablo. Las hay mejores y las hay peores, pero no simpatizo con ellas.

Así las cosas, llegamos a esta “Astérix: La residencia de los dioses” y nos encontramos con que retoma la idea original de trasladar fielmente – bastante fielmente – uno de los cómics a la pantalla con técnicas de animación modernas. Aunque no llega a transmitir las sensaciones del original, no provoca el rechazo de intentos previos. El apartado técnico está bien, los grafismos son actuales y el guion adapta los gags escritos al mundo animado con bastante acierto. Nada puede igualar la lectura del origina, pero se le acerca bastante. Si alguien está pensando en empezar una serie de adapatciones, este es el camino.