Tener en el reparto de tu comedia a Ben Stiller, Jonah Hill, Vince Vaughn y un chico afroamericano y recibir tibias y asépticas críticas que sólo mencionan como único punto destacable al chaval de color sólo puede tener dos explicaciones posibles: o “Los amos del barrio” ha visto nacer al nuevo Will Smith o es que la película no pasa de decepcionante. Y como la verdad es que no he vuelto a oír hablar del tal Richard Ayoade, todo apunta a lo segundo.

El gran problema de “Los amos del barrio” es que intenta cuadrar el círculo y hacer una especie de comedia que a la vez sea seria, sin ser la típica película seria con toques graciosos ni la clásica película que parece que no va en serio pero luego sí. Vamos, que no sabe lo que quiere ser ni hacia dónde quiere ir y así ha salido lo que ha salido: un poco recomendable revoltijo de película ligera de colegas, alienígenas de bajo coste y humor negro. Su potente reparto se diluye en una trama que a ratos es confusa y a ratos es muy confusa, con un humor tan negro y tan inteligente que sólo se percibe en el subconsciente de algunos privilegiados. Stiller y Vaughn hacen lo que pueden para dotar de algo de sentido a unos papeles desconcertantes; Hill estaba en esa época en la que sólo le llamaban para hacer comedias cuando él se sentía llamado a hacer cosas grandes y, digan lo que digan, Ayoade está puesto por razones de cuota racial.

Lo mejor que se puede decir de “Los amos del barrio” sin faltar a la verdad es que es una película rara en la que unos tíos con indudable talento para la comedia les pasan cosas raras y reaccionan de forma rara sin que el espectador sepa si se espera de él que se ría o no, si lo que está viendo va en serio o no, si merece la pena seguir intentando descifrar la película o no, si el producto está hecho con intención de contar algo o no. Y hoy en día, con tanta oferta de entretenimiento audiovisual al alcance de un click, no está el espectador para hacer el trabajo de directores y guionistas y ponerse a buscar el sentido a la película.