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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Acción Tras la marcha temporal de Connery, el actor australiano George Lazenby toma el relevo en esta nueva aventura del agente británico 007, que en esta ocasión se asocia a un mafioso -con una atractiva hija Tracy Di Vicenzo (Diana Rigg)-, para unir sus fuerzas en la lucha contra la malvada organización Spectra. Ambientada en los alpes suizos, el malvado Stavro Blofeld (Telly Savalas) amenaza al mundo entero con un ambicioso plan: lanzar una ... [+]
13 de octubre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La posibilidad no tener a Sean Connery en la piel de 007 debía de inspirar temor global.
El que había sido la cara reconocible de las fantasías escapistas de los 60 dejó la licencia para matar, aún cuándo el personaje estaba lejos de morir, y todo el público se sumió en la incertidumbre.
Pero es en las contrariedades, donde los genios ven oportunidades, y tuvo que ser Albert R. Broccoli uno de estos.

'007 al Servicio de su Majestad' tiene el honor de ser una de las adiciones más inclasificables y libres al canon Bond. Sin dejar de respetarlo, pero asegurándose de que no quedara piedra sin remover.
George Lazenby venía para poner cara reconocible al agente secreto, cara que permanecía hábilmente oculta en las sombras durante la misión preliminar, para luego hacernos creer en unos lisérgicos créditos iniciales (reinvención del tema Bond que no cuajó incluida) que había estado allí desde siempre. Y puede que en ademanes tan simples como encajar el sombrero en la percha echáramos de menos a Sean Connery, pero es imposible no sumarse a la causa cuando un James Lazenby Bond expresa con amargura "perdóneme, majestad" ante un cuadro, habiendo sido apartado de la misión que es su razón de existir.

Toca buscarse otra razón: Teresa, la única, la (probablemente) irrepetible, la reina de las chicas Bond.
Por primera vez James reconoce una igual, otra apartada del mundo por propia decisión, a la que no le importa en absoluto lo que puedan pensar de ella. Louis Armstrong cantaba que "tenían todo el tiempo del mundo", y durante unos días así fue para el hombre que siempre iba a contrarreloj de alguna cuenta atrás.
Bond descubre que el mundo, por una vez, si puede ser suficiente, por mucho que rezara lo contrario su escudo de armas de perpetuo guerrero.

De vuelta a la misión en un paraje nevado, porque un agente secreto realmente nunca deja el servicio, volverá a encontrar un renovado Ernst Blofeld que, lejos del excéntrico magnate entrevisto antes, se presenta como un científico loco del nuevo siglo, alguien seguro de liderar investigaciones que podrían cambiar el curso de la Humanidad.
Es en su instituto donde James conocerá a sus pacientes, todas ellas ejemplares femeninos de todo el mundo, en una afilada ironía de que da igual la raza o la creencia: ninguna está a salvo de Bond (y si por el camino intentaban dar apoyo moral de 'macho man' a Lazenby nunca nadie lo supo). De efímero pero agradecido recuerdo son la extravagante rubia de ojos saltones y la preguntona de voz adormecida, pues las dos son seducidas de la misma forma, quiero pensar que porque Bond se resistía a dejar el recuerdo de Teresa. La extrañeza, más que venir por un aparato de luces coloristas que hipnotiza a las chicas cada noche en la tranquilidad de su alcoba, viene de que sean capaces de llevar modelitos cortos y ajustados en pleno pico invernal.

Tras probablemente la mejor persecución a esquí donde John Barry vuelve a dar un recital, James se encuentra con Teresa de nuevo, casi como una casualidad vergonzosa pero especial, porque dos iguales no pueden permanecer demasiado tiempo apartados.
Convive lo terrible y maravilloso, los múltiples esbirros de ESPECTRA siguiendo la persecución, y la sonrisa de Teresa porque al fin es libre, y con ella lo es James. La posibilidad del retiro, y con de la felicidad, está más cerca que nunca.

El agente secreto por excelencia dejó a su Majestad y se casó con la mujer que amaba, aunque nadie lo recuerde porque la pregunta era dónde estaba Sean Connery.
Pero en este breve momento, en este alto en el camino del deber, vi a James Bond creer que había escapado de un futuro solitario... para aceptar tristemente que nunca tendrá una felicidad que se le escapa entre los dedos. Y eso es difícil de olvidar.

Él, como Teresa ahora, tiene todo el tiempo del mundo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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