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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Acción Francis Hummel pretende que se indemnice a las familias de los soldados muertos en misiones secretas. Tras robar 16 misiles equipados con gas venenoso, toma Alcatraz y amenaza con lanzarlos sobre San Francisco. Para resolver la situación, el F.B.I. envía a la isla a un especialista en armamento biológico y al único fugado de la famosa prisión. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento de este delirante reportaje sobre hombres de honor, el general Francis Hummel menciona que a George Washington y allegados nunca se les reconoció como héroes, sino como rebeldes traicioneros, que más tarde serían reivindicados por la Historia.
Es solo uno de los detalles con los que se le llena la boca a Michael Bay, la pureza del corazón norteamericano, que resiste y resistirá siempre a todos los desafíos que los siglos pasados y venideros puedan poner en el camino de la verdadera justicia.

'La Roca', en ese sentido, sería una parodia que nadie sabría si va en serio, pero por suerte tiene a inmensos actores que rellenan cáscaras vacías rancias con un carisma de acero.
El infaltable Héroe Norteamericano obsesionado con una verdadera justicia: un Ed Harris magnífico y pétreo, que con solo hablar ya afloja voluntades y enardece ejércitos enteros. La suya es una de esas causas perdidas, el reconocimiento del verdadero sacrificio frente a las cómodas instituciones, que solo podría alimentar un fallecido familiar al que va a visitar siempre con uniforme de general (y Bay lo filma sin grado de ironía).
Luego está el Traidor conquistado por la Grandeza Norteamericana, Sean Connery en un papel que le permite desplegar un carisma arrollador ante estas nuevas generaciones que se creen con una dureza excepcional, cuando no han vivido ni de lejos los gloriosos tiempos al servicio de su majestad. Casi se podría decir que su personaje es una extensión de aquel famoso agente, con años y experiencia encima, que mira a Norteamérica por encima del hombro para acabar conquistado por sus ideales.
Y el Ciudadano Medio, Nicolas Cage siendo el rival más débil, pero capaz de hacer frente a toda crisis de emergencia con sangre fría y espíritu alegremente patriótico, mientras no deja de volver a la casa familiar donde le espera una mujer que como florero solo aspira a fornicar con su hombre para darle bebes que perpetuen los sagrados valores de su país.

Lo dicho, puros esquemas casi estúpidos, que grandísimos actores logran convertir en algo cercano al carne y hueso.
Ambos se ven en la tesitura de defender sus valores cuando Alcatraz es tomada por mercenarios que piden reconocimiento a las viudas de los caídos en guerra, pero, como de costumbre, la gran Norteamérica nunca negociará con terroristas, y mandará a un equipo de rescate de los rehenes, además de buscar desactivar los cohetes por los cuales podrían extender una toxina mortal por San Francisco.
Todo punteado por maravillosas escenas en las que, desde un bando y del otro, somos conscientes de que esto es un país forjado por héroes, que pertenece a los que tienen el valor de ir a ganar y follar con la reina del baile, como dice un grande Connery, en una de esas frases que podría estar grabada en el mármol de la libertad. Los demás, el resto, los que no tienen el valor, son la escoria del país y por lo tanto los villanos a derrotar, los que no tienen respeto por las vidas civiles ni aprecian la táctica militar para ganar.

En su mejor escena, Nicolas Cage, con los brazos en cruz, drama acumulado mediante, representa una especie de Jesucristo, sacrificando su vida por hacer de este mundo un lugar mejor. Sería increíblemente estúpido de no ser porque detrás Michael Bay está dando su mejor efecto para que nos la creamos.
Y así transcurre, haciéndonos dudar de si este mundo es así de absurdo o nosotros no nos enteramos bien de lo que hay que tener para sobrevivir en las intrigas de la guerra moderna.

Casi sería una estupidez sumar a Sean Connery, Ed Harris y Nicolas Cage a esos grandes hombres, como George Washington, a los que la gente tomó por locos para acabar reivindicando sus actos.
Pero, qué narices, sumándonos a la solemnidad al borde del ridículo, sumemos a Michael Bay a esos hombres, pues solo él es capaz de ver lo perdidos que estaríamos sin ellos.
Charles
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