Un documental sin espíritu de documento, es curioso.

Charlotte tiene tantas tablas y tanta gracia, que incluso grabando escenas cotidianas para mostrar una Jane Birkin desconocida, se pierde en la parte artística y triunfa en su creación.

Jane por Charlotte no aporta mucha información. Nos trae una cara que no conocíamos, nos lo dibuja con momentos tiernos, susurros, copas de vino y libertad en un entorno bucólico de la bretaña francesa, sin artificios. Entre cámaras, plantas, cocina y conversaciones, conocemos más el pasado de una familia extraordinaria, pero sobre todo nos concede un rato de paz y cariño que casi vale más que lo que se cuenta.

Es curioso cómo se puede hacer algo nuevo sin la aparente intención de creación novedosa.

No esperes muchos detalles de la vida de Jane Birkin, no esperes una biografía ni de ella ni de Gainsbourg. No esperes nada, pásate a tomar un vino con un par de amigas que también fueron madre e hija.