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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
7
Thriller. Terror. Drama Jeff, un fotógrafo de 32 años, queda con Hayley, una adolescente de 14 años a la que ha conocido a través de Internet. Después de tomar un café, la lleva a su casa con el propósito de hacerle unas fotos... (FILMAFFINITY)
27 de mayo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El thriller psicológico al que nos mete el guión de Brian Nelson es tan simple como eficaz, tan ingenuo como llevadero.

Partiendo de una posibilidad algo remendada por tantos otros directores, Slade se lanza a contarnos esta terrorífica historia dramática con más luz de lo habitual. La serenidad y la inteligencia son los principales atractivos para esta breve secuencia de intriga dolorosa.

El caramelo es esa pequeña Juno que tiene menos nombre de Page por habernos enamorado allí donde muchos la conocimos. Ella, ataviada cual caperucita roja, nos mostrará la crueldad del mundo a través de un plan fríamente calculado. Algo que ya conocemos nos hará recordar qué somos, qué podemos hacer y qué llegamos a procurar a los demás cuando nosotros ya hemos perdido lo que nos hacía sensibles.

Perrault imaginó algo parecido a este "Hard Candy" con un lobo menos animal y más agresivamente humano. Con la pérdida de la infancia a manos de aquel violador que amenaza sin engaño y se come nuestra vivaz sonrisa femenina. Lo que añaden en este atrevimiento es el movimiento previo de caperucita que, lejos de ir de paseo por el bosque, mueve los hilos de aquello que tiene entre manos.
Como digo, parte de una potencia algo mermada por la idea tan repetida. Pero alcanza todo lo que puede conseguir esta película. Tensión, giros, dosificación informativa, momentos de dolor, identificación con los personajes y justificación para casi todas las escenas. Muy eficaz dirección que sin esconder con oscuridades ni demás tópicos nos convida a más de hora y media de preguntas.

Ellen Page es una niña de 14 años que se cita con un tipo de 32 en una cafetería, por el temido internet y estas conversaciones pseudo-picantes. Todo pinta como adolescente error de sentirse halagada y próximamente violada. Ella es una niña inquieta, que se interesa por algo más artístico y cultural que los chicos de su edad, por lo que se siente algo desplazada y solitaria. Mítica situación que no dice nada nuevo. Pero él es un tipo sereno, aparentemente perturbado por nuestra predeterminada idea sobre esa sucia cita. ¿Qué hace un tipo como él con una niña tan joven? El odio ya se ha instalado.

Patrick Wilson es ese tipo que sabe manejar con soltura la actitud de la pequeña Juno. Se dedica a fotografiar modelos y termina llevándola a su apartamento, alejado de la civilización y perfectamente decorado. Todo anuncia al típico que vive por y para mostrarse.

En las conversaciones, perfectamente medidas por cierto, los datos sobre uno y otro se van descubriendo, pero nos sitúan siempre del lado del mismo personaje, atendiendo a los detalles que pueden ser peligrosos del otro. Por eso que la construcción del diálogo siempre gire y nos preguntemos quién es el que nos convence más como persona correcta.

Entonces él se marea y pierde el conocimiento. Ya hemos entrado en la acción, ella lo ha drogado y pretende infringirle dolor porque, al parecer, ya lo conoce. Sabe que él es un violador, que queda con jóvenes y que algo malo hay en su pasado. Pero no acierta a encontrar pruebas y empezamos a dudar. Entonces no sabemos muy bien si ese tipo puede en realidad ser alguien honesto y la joven está más perturbada de lo que pensábamos. Pero ella no se dará por vencida y lo torturará hasta encontrar lo que necesita.

El caso es que el pasado de nuestro treintañero se vuelve más perverso y advertimos que tanto el plan de uno como el del otro no están sujetos a aquella ingenuidad primera.

Los planos de una fotografía sincera, original, muy actual y de colores límpidos. Los clichés estéticos necesarios para la concepción de los personajes también ayudan a nuestra percepción de esos lugares comunes que creemos conocer. Pero es el hecho de mostrarlo todo con una gran iluminación, claramente lo que conlleva la mayor dificultad, y eso demuestra valentía.

Una secuencia resulta la más llamativa y la más dolorosa: la operación. Durante muchos minutos fruncimos el ceño, no queremos mirar y nuestra capacidad de aguante decrece. No permaneceremos eternamente ahí y necesitamos respirar, algo que nos permiten hacer tras sufrir muuuucho rato. Eso también es difícil, y el cambio a una situación más relajada también refleja profesionalidad.

Final de pocas posibilidades que no deja buen parecer a nadie por estar ya todos castigados. Crimen universal y primero al que no pueden escapar los olvidados. Relegados a la acción, los seres humanos que sufren generan situaciones de inevitable cuestión moral. ¿De qué lado estás tú?

Violencia en dosis asequibles e interpretaciones gráciles que solventan la papeleta de los dos únicos personajes (al que sumamos el cameo de Sandra Oh, probablemente el detalle menos explicable).
Javier Moreno
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