He echado de menos al actor que interpretaba al doctor Quatermass en las dos primeras entregas, no porque Brian Donlevy lo haga especialmente mejor, es una cuestión de lógica por haber visto no hace mucho de protagonista a un actor y encontrarme aquí a otro. El Quatermass de esta tercera parte es igual de atractivo dado el valor que le da al método científico para encontrar soluciones al problema que se plantea. La lógica le lleva a proponer una explicación sobre los hechos que la película plantea, y de todas todas, eso es lo más interesante que nos vamos a encontrar.

Personalmente el cartón piedra de la Hammer me parece una maravilla, es una de esas cosas que si se hacen hoy son ridículas y sin embargo encontrarlas en una película de hace cincuenta años nos resulta encantador. Esos langostinos extraterrestres, las leyendas que han arrastrado con ellos a lo largo de la historia, los militares, el ministro... la verdad, hacer un largometraje así con la sana intención de entretener me parece muy meritorio. Casi todos coincidimos en que el color le sienta muy bien a la Hammer y que la primera parte de esta película, con todo lo que sugiere y lo que está por descubrir, es lo mejor. Lamentablemente, cuando se precipitan los hechos y se desencadena cierta acción, el largometraje pierde atractivo y, cuestión de gustos, se vuelve poco más que pasable.

Pero hay que verla por coherencia si se han visto las dos anteriores y, como es mi caso, si se ha sabido disfrutar del encanto de la Hammer.