Por lo que he leído quienes se dedican a determinar el sexo de los pollitos de forma manual trabajan metiendo el dedo en el culo de los pobres animales recién nacidos, en un tiempo de segundos tienen que escudriñar en el agujero anal si tienen unos órganos sexuales o no, algo que, en última instancia, también determina su destino: o a una cesta o a otra, o la muerte directa o a otra cosa no mucho mejor. En todo caso, esa descripción de la situación laboral de nuestros protagonistas probablemente aporta poco, pero es que la película "Minari. Historia de mi familia" es interesante por muy pocos costados, se mire por donde se mire, es justita, es pequeña, es mínima y si no se le pone el típico empeño subjetivo, de verdad que no da para mucho.

¿Qué más tenemos?; el típico paleto que cada dos frases nombra al ser supremo en el que cree y que arrastra una cruz enorme por los caminos los domingos en plan hobby, costumbres habituales en la Arkansas profunda que a nosotros puede sorprendernos. También un niño con un soplo en el corazón que debe contenerse a la hora de jugar y correr (qué penita de verdad) y una crisis familiar lamentable porque un macho es un macho, que cuida a su familia lo mismo aquí que en Corea. Hay que entenderlo, ese hombre está harto de rebuscar en el culo de los pollitos su sexo, lleva años dedicado a un trabajo feo feo... Y claro, quiere ser granjero.

Me quedo con las ganas de elogiar como debería a la abuela mal parlante, todo un personaje, pero es que la película se queda en tan poca cosa finalmente que.... Enhorabuena a quienes sienten fascinación por este tipo de cine, yo me quedo siempre lejos...