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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
5
Drama En una mansión, cuatro señores se reúnen con cuatro exprostitutas y con un grupo de jóvenes de ambos sexos, partisanos o hijos de partisanos, que han sido hechos prisioneros. Nadie en la casa puede eludir las reglas del juego establecidas por los señores; toda transgresión se castiga con la muerte. Además, ellos gozan de la facultad de disponer a su antojo de la vida de los cautivos. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2013
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para comentar "Saló, o los 120 días de Sodoma" sin llamar a las cosas como son hay que hacer un esfuerzo enorme, y es que lo crudo y lo explícito es lo que Pasolini usó para enseñar su película al mundo. Creo que no hay ninguna imagen que no quisiera ofrecerle al espectador que se guardara, fue coherente hasta el extremo y ahí nace y muere su película, en la depravación terrorífica de los días de torturas a los que se someten unos muchachos por parte de los cuatro maestros en esto de lo radical. Y es cierto que la idea no es otra que escandalizar, pero no deja de ser curioso que los cuatro hombres poderosos tan enfermamente desviados sean un obispo, un banquero, un juez y un miembro de la aristocracia y que los sumisos pertenezcan al grupo de luchadores partisanos posicionados en contra del poder establecido.

Va más allá de lo terrible, porque parece ser que las filias más extrañas escandalizan más que la muerte y la tortura, cuando hablamos (y por culpa de Pasolini vemos también, aunque sea ficción) de la coprofagia, lo que es comer mierda, imagino que los gestos de mirar hacia otro lado que no sean esas imágenes es de lo más común, pero las escenas finales con la muerte y la mutilación en cada rincón me parecen peor. Ya sabemos todos que la sangre es kepchup y que la mierda es chocolate, y que nadie mata a nadie y que no hay violación real, pero mostrar la depravación absoluta e inhumana que se da en cada escena de esta película es la manera de sugerir de Pasolini y reconozco su valentía y su honradez. No digo que él fuera otro enfermo, si digo que fue un valiente es porque nadie (y creo que menos ahora) podría hacer nada parecido. Produce asco y miedo, vergüenza y repugnancia, eso es cierto, y tal vez tan cierto como decir que así Pasolini conseguía su objetivo, crear una incomodidad en el espectador única.

La crítica al consumismo, las implicaciones simbólicas y todo lo demás que quede más allá de lo que vemos es cosa de las interpretaciones, pero no tengo duda que las guarrerías que Pasolini nos enseña merecen un aplauso por eso mismo, por ser el rey de los guarretes. Ni obra maestra ni película para tirar a la basura, sugiere tanto que es meritorio incluso en su repugnancia.
Luisito
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