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España España · Barcelona
Voto de Psicólogo:
8
Western. Romance James McKay (Peck), un capitán de navío retirado, viaja desde el Este a las vastas llanuras de Texas para casarse con Pat Terrill (Baker), la hija de un rico ganadero. El choque entre McKay, hombre pacífico, culto y educado, y los violentos y toscos rancheros es inevitable. No sólo tendrá que enfrentarse con el capataz Steve Leech (Heston), sino que incluso su novia se sentirá decepcionada por su comportamiento. Mientras tanto, el padre ... [+]
9 de julio de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera que quedarme con algo de esta película sería la banda sonora (se puede oír como los tambores compiten con el galope de los caballos) y con Peck, que encarna un personaje flemático, independiente, seguro de sí mismo, hombre de mundo. Respecto a este, cabría preguntarnos si el guionista ha traspasado la lógica de la psicología humana hasta perfilar un hombre inexistente y por tanto poco creible.

El conflicto central que desencadena la violencia es típico de muchos westerns: la competencia por los recursos (el agua), en este caso entre ganaderos. En este escenario emerge otro conflicto más personal, el de dos prometidos que se descubren incompatibles: Peck es un hombre frio (¡incluso cuando besa!), que ha comprendido lo absurdo de la violencia (su padre murió en un duelo y ya nadie recuerda el agravio que lo motivó), emocionalmente muy estable, tanto que exasperaría a cualquier persona de carne y hueso, hombre de mundo (parece insinuar que los conflictos de los ganaderos son insignificantes en comparación a la inmensidad de los océanos y del mundo). Pero también contradictorio, aspecto que algunos han criticado, acusándolo de hipócrita por usar también la violencia. Pero precisamente esas contradicciones es lo que hace creíble la lógica de su psicología, la que nos hace pensar que tras una máscara que no refleja emociones también bullen pasiones como la rabia y el amor. Equivocadamente podríamos pensar que Peck no siente emociones, parece no enfadarse ante los acosadores, frente a los que le acusan de cobarde, un hombre que da unos besos extraordinariamente breves, esbozados en unos labios de líneas demasiado finas. Pero luego vemos que la rabia se dirime en la pelea con el capataz, y el amor se transparenta cuando va en pos de la Simmons. La relación con esta es enigmática: ¿Está enamorado de ella? ¿Y ella de él? Es esta frialdad, en definitiva, lo que le hace parecer en ocasiones mezquino.

La estabilidad emocional de Peck y su independencia sólo le pueden ubicar en un rol en el mundo: el de líder. Por eso no encaja en el engranaje violento donde los dos capitostes ganaderos lideran sus peones incapaces de encontrar una solución pacífica. Desde el punto de vista adaptativo, puede ser criticable la actitud independiente de Peck, que no se esfuerza para adaptarse al entorno social de su prometida. La prueba que le propone sería demasiado dura para el 99% de las mujeres: “Si de veras me quieres será por mi mismo, no por lo que hago o por lo que los demás piensen”. La prometida no supera la prueba, pero sería pueril pensar que se puede extirpar a alguien de su contexto social sin consecuencias.

En cuanto a la película, música épica, encajada a la perfección con las escenas y el movimiento; Peck se come la pantalla, no haría falta que hablara, aunque de frialdad exasperante; grandioso Burl Ives irrumpiendo en la fiesta rifle en ristre; la Simmons, bella pero fría, no encaja en el escenario rudo del Oeste; Heston desaprovechado, tal vez porque no caben más protagonistas, un mero secundario (apenas se perfila el triangulo amoroso). También grande Charles Bickford, que a cada minuto aparece más enfurruñado, consumido por el odio. Adecuada Carroll Baker, interpretando un papel que a algunos parecerá odioso y a otros, más empáticos, humanamente comprensible.
Psicólogo
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