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Voto de alexsespinar:
8
Ciencia ficción. Drama. Intriga En un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admito que no es una película sencilla de asimilar. De hecho, he tenido que visualizarla un par de veces antes de sacar una conclusión en claro y es que Stalker es, con diferencia, la obra más ambigua y complicada de Andrei Tarkovsky.
Sin embargo y como ocurre con el resto de sus obras, no tiene mucho sentido tratar de escribir una reseña para explicarla, como bien ya se ha dicho. Intentar comprender o descifrar los pensamientos del director sobre su película y luego plasmarlos con palabras supondría mancillar algo especial de ella, algo meramente personal de su propia visión filosófica dentro de su mente al concebir Stalker. Algunos la amarán y otros la odiarán como es lógico y por ello creo que lo más sensato es decir que cada uno saque sus propias conclusiones en esta colosal hazaña cinematográfica. Yo intentaré sacar las mias con esta reseña.

Filmada a finales del siglo XX (1979), Stalker nos sitúa en la URSS, sumergiéndonos en uno de los terrenos filosóficos más profundos que el espectador jamás podrá experimentar. También, como dato curioso, fue su última producción.
Tarkovsky nos concede la oportunidad de viajar a un lugar místico dentro de nuestro propio mundo; un mundo sumido en plena guerra fría en el que se nos propone deshacernos de la cruda y cruel realidad para poder alcanzar la meta que todo ser humano desearía: cumplir cualquier deseo y encontrar la felicidad eterna.

La película narra el viaje de tres personajes: el Stalker o el guia (Aleksander Kaidanovski), el profesor (Nicolai Grinco) y el escritor (Anatoli Solonitsin). Cada uno de estos tres personajes principales representa algo fundamental en el film. Stalker por ejemplo es la persona que conoce la llamada Zona, el guia, el encargado de mantener la fe ciega de un lugar mágico. Una Zona misteriosa y prohibida de Rusia, custodiada por las autoridades del país, donde se cree que cayó un meteorito o un ovni y que la energía ahí almacenada concede cualquier tipo de deseo. El escritor representa el arte y el profesor la ciencia y las matemáticas. Durante el transcurso del viaje veremos ese choque de fuerzas colosales y universales como son la fe y la ciencia representados en unos diálogos (monólogos más bien) muy depurados. Ese viaje a la Zona tiene como objetivo principal llegar hasta una habitación de energía mística e inquietante donde se cree que se conceden los deseos más puros. Pero como es lógico, no será un camino de rosas. Nuestros personajes tendrán que lidiar contra ellos mismos, contra su fe y su capacidad de creencia o por el contrario, el viaje habrá sido en balde y deberán regresar al punto de partida pudiendo incluso morir. La intriga de Stalker estará, por supuesto, presente hasta el final.

Tarkovski, pese a que la película es ajena a la novela original ‘Picnic a la vera del camino’ de los hermanos Strugatski, recoge su esencia y nos regala una producción colosal, brillante, de dos horas y media, ni más ni menos. Quizá transcurre de forma algo pausada pero así es como se concibe el cine de Tarkovsky. Hay tener en cuenta que la mayoría de planos duraban más de minuto y medio, sin apenas cortes y la mayoría de éstos son secuencias subjetivas, donde los tres protagonistas son la referencia y la Zona, —esa Zona tétrica, sumida por la erosión y el paso del tiempo— siempre está al acecho en cada uno de los movimientos que hacen nuestros tres exploradores.
En Stalker se nos muestra el viaje orientado de tres formas y en tres tonos que son ciertamente metafóricos; la realidad o el comienzo, donde veremos una clase de colores arena y que refleja la cruda vida de nuestro Stalker y su familia. El blanco y negro, que sería el propio viaje transitorio hasta llegar a la Zona y por último la misma Zona, donde Tarkovsky lo transforma todo en color, el color de la naturaleza apoderándose de la civilización, de lo idílico y el de los sueños.
En ese recorrido veremos lo idílico representado con montañas y parajes salvajes, húmedos, verdes, notaremos prácticamente la brisa del aire e incluso algunas dunas moverse, pareciendo tener vida propia. Se dijo que el color que introdujo Tarkovsky lo hizo como referencia al sueño real que en ese momento anhelaba el pueblo, que no era otro que el sueño de Occidente. Es decir, el progreso y la libertad. Aunque aquello eran únicamente suposiciones y nunca llegó a confirmarse. Sobretodo por su grandioso final, con Monita, hija de Stalker, como principal protagonista.

Una experiencia única, de un genio para muchos incomprendido como lo fue Andrei Tarkovsky, quien nos dejó un legado que no todos apreciaron pero que otros tantos admiraremos por siempre.
alexsespinar
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