Ulrich Seidl da rienda a su afán cinematográfico en el que será el comienzo de su trilogía en torno al paraíso. Ese edén olvidado y vendido al mejor postor en un continente que a vista y paciencia del resto del mundo se ha convertido en el patio trasero de quienes pueden pagarlo.

Se trata de algunas de las reflexiones que deja esta excesiva obra de Seidl, 'Paradise: Love' (2012), donde los catálogos humanos existen con el beneplácito de facto de quienes fomentan el turismo 'all inclusive' pero con posibilidad de bonus a voluntad del viajero o, en este caso de las viajeras.

Cuando el sol no es suficiente en el paraíso y los resorts y condominios se separan en un nuevo apartheid del mundo real, la posibilidad infame de hallar cuerpos a cambio de billetes es casi grotesca pero de seguro no menos real. A diferencia de lo que se pudiera pensar, se trata de sexo pero sin elegancia, romance ni menos aún erotismo. Es el shock que se intenta expresar y donde divagan miles de turistas cada temporada en las paradisíacas playas keniatas.

Aunque el fin es destacable, este film co-producido desde varios países puede hacerse lánguido y dar la impresión que por lo bajo le sobran 30 minutos, sin embargo el afán de la dirección por exacerbar una fotografía destacada (y descarnada) así como dejar que la realidad fluya a velocidad normal, sin síntesis o redondeo de secuencias es parte de la apuesta de Ulrich Seidl que alimenta su 'Paradise Trilogy'.

Este capítulo es incómodo, mordaz, cruel y a ratos grotesco. Sentencia sin asco el subdesarrollo de los nativos africanos culpándolos de su propio fracaso y asumiendo la subyugación que les impone el capitalismo llevado al extremo. Generaliza en todo sentido hasta hacerse predecible y cimenta debates de fondo, de mundos ajenos expuestos al mercadeo de lo intangible, de la vulnerabilidad y la peculiaridad cotidiana descarnada.

Un antecedente a considerar. Claramente no será lo que se espera y no se asuste si le incomoda. Siempre puede retirarse o hacer como que no ve, pero eso no significa que no deje de existir como película y como tema.

Recomendación:
Descarnada y al límite. Una constancia del cambio en los parámetros del cine cuasi testimonial sobre realidades perdidas pero no menos importantes.