En el cine hay una cosa a la que le tengo muchísima manía: las películas "disfrazadas".
Llamo yo así a aquellos films que por la publicidad parece que son de una forma y luego realmente son de otra.
En este caso, parece que vamos a ver una historia de acción. Curiosamente no solamente da esa sensación la publicidad, sino también la propia película cuando empezamos a verla, en su tramo inicial.
Pero nada más lejos de la realidad. Los tiros y persecuciones serán como mucho un diez por ciento del contenido total. Así que, el director de la vomitiva "Los ángeles de Charlie", se ha lucido a base de bien.
El problema no es que se derive a una historia dramática familiar con toques de humor negro. Lo realmente malo es que toda esa parte, que termina ocupando la mayor parte del tiempo, sea tan espantosamente aburrida y estúpida.
Admito que una película pueda alternar partes movidas con partes más calmadas y tranquilas, pero no que oscile entre escenas de acción relativamente aceptables con momentos de telefilm absolutamente asquerosos.
El drama es ñoño y tedioso. Poco se puede empatizar con este Kevin Costner ya entrado en años que está muy lejos de sus mejores tiempos. Últimamente parece que intentaba reflotar su carrera, pero lo tiene difícil habiendo hecho este bodrio.
La parte supuestamente humorística es patética, de la que dan ganas de dejar de ver la película a medias.
Para habernos matado, como decía José Mota:
- Unos "okupas" en el piso que se hacen amigos de él.
- Un italiano que mientras está atado en la silla le da la receta de la salsa de pasta por teléfono a la hija de Costner.
- Una bicicleta que va para arriba y para abajo, hasta en las persecuciones.
- Un teléfono móvil que suena siempre en los peores momentos, cortando el rollo.
- Amber Heard luciendo palmito, pero al mismo tiempo con unas pelucas horribles.
Como suelo decir, ¿de qué me sirven unas cuantas escenas de acción si todo lo demás está vacío?
¡Espantosa! (como decía Carlos Pumares)