¿Quién se atreve a filmar una película al revés? Pues nada más y nada menos que Christopher Nolan, un gran referente en el cine de ciencia ficción actual, que en una de sus primeras historias ya hizo una auténtica genialidad.
El protagonista tiene amnesia a corto plazo. Cada pocos minutos se le olvida lo ocurrido antes, y tiene que hacerse tatuajes y mil apuntes para continuar la investigación de la muerte de su mujer.
Lo más original es el enfoque. Tiene trozos de película que van hacia adelante y otros que van hacia atrás, con intersecciones entre escenas para que tratemos de entender la complejísima trama. Para distinguir cada sección, se alterna entre el color y el blanco y negro.
El resultado es un pequeño galimatías que solo es apto para gente con la mente muy despierta. Muchos no entenderán nada. E incluso pillando el sentido general, recomiendo verla más de una vez para enlazar todos los cabos.
Esta completa locura está pensada para que percibamos en cierto modo la confusión mental del protagonista, perfectamente encarnado por Guy Pearce. También para dejarnos pillados con varios giros argumentales muy interesantes.
Es por tanto una película muy peculiar más por la forma que por el fondo. Pero que solo por eso muestra lo genial que es este director.