En esta inevitable segunda parte, nos encontramos con cosas buenas y cosas malas, como suele suceder.
Nos dan más de lo mismo, pero cambiando las suficientes cosas como para que no parezca que se han limitado a copiar y pegar.
El malo, Davey Jones, y su tripulación del "Holandés errante" (que es una leyenda real de la que han cogido solo el nombre) tienen una maldición parecida a la de la Perla Negra.
Los protagonistas, Will y Elizabeth (que ya no son tan protagonistas) se buscan el uno al otro.
Y en medio de todo, como siempre, Jack Sparrow, que lo único que quiere es salvar el pellejo.
Hay que reconocer el esfuerzo de los guionistas porque en la película pasan muchísimas cosas. De hecho, creo que hay más variedad de situaciones y escenas de acción (espectaculares por cierto) que en la primera parte. Sin embargo, el resultado conjunto es peor.
Ello se debe principalmente a la falta de frescura, pero también por un metraje excesivamente largo en el que aunque pasen muchas cosas también queda hueco para tiempos muertos, diálogos lentos y fuertes altibajos de ritmo.
Las mejores escenas son en la isla de los canibales, con unas situaciones muy divertidas con Jack (aunque absurdas a más no poder), y por supuesto con el kraken.
Aparece en todo su esplendor el mitólogico ser, que el tiempo ha demostrado que no era otra cosa que un calamar gigante (aquí un pulpo) mitificado por el desconocimiento de la gente de mar de siglos pasados.
No me gusta que el final sea tan abierto y tan extraño, pues deja con demasiadas preguntas hasta ver la siguiente entrega, en la que por suerte explicaron (bastante mal, todo hay que decirlo) esas lagunas de guion.