La animación nipona nunca deja de sorprenderme. Basta ver los primeros cinco minutos de esta serie (que complementa a una película anterior) para alucinar con los retorcidos e imaginativos diseños de los rivales de este ninja. Algunos usan extrañas vestimentas y artefactos, mientras que otros podríamos identificarlos directamente como enemigos finales de videojuego.
El protagonista sigue siendo tan chulo y poco hablador como lo era en la película.
El argumento no es para tirar cohetes, pero eso me da exactamente igual porque aquí lo que importa son las escenas de acción, los combates de Jubei, un guerrero que lo único que quiere es que le dejen dormir. Hay un artefacto mágico que sirve como pura excusa para que se líen cada dos por tres a darse tortas. Y eso me gusta, porque de vez en cuando apetece ver acción sin más pretensión que la de entretener. Básicamente es como un juego en el que cada capítulo es una fase contra un enemigo.
Por un lado, los enemigos van cayendo como moscas y dan poco juego porque le duran lo justo (al igual que en otras series de "anime" como por ejemplo "Devil may cry"). Pero eso al mismo tiempo es bueno, porque nos permite ver una mayor cantidad de estos rivales dibujados con tanto surrealismo.
La música también es buena, y se mueve entre el rock y el videojuego. Y sobre todo el ritmo es genial. Solo son 13 episodios cortos que no dan tiempo a pararse mucho con tiempos muertos.
Es una serie muy "friki", pero también muy recomendable para los aficionados a la animación japonesa.