Thriller con muertes, juicio, psicoanálisis y tres actores guapetones que se enredan en un embrollo de engaños y giros inesperados.
La trama (que no desvelaré) engancha, pero tarda bastante en arrancar de verdad. En parte, se debe a las sesiones de terapia, porque en ellas hablan muy despacio y no siempre lo que se dice en ellas tiene peso argumental.
Lo que sí que me gusta es el típico estilo "Hitchcock", tanto en el desarrollo del guion como en la ambientación, fotografía y banda sonora.
Incluso los créditos están bastante bien, mezclando el movimiento del faro con imágenes del film.
No sé si el director tenía en mente o no la filmografía del mago del suspense, pero la verdad es que se parece bastante.
De los actores, la que más se lo curra es Kim Basinger, por motivos que tampoco conviene desvelar. Su personaje es el que da más pie a una mejor actuación.
Y poco más se puede decir, porque, como todo buen thriller que se precie, no conviene contar mucho porque se estropea el truco.
Tal vez con media hora menos habría tenido un ritmo más dinámico, pero desde luego no está nada mal.