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Reino Unido Reino Unido · Birmingham
Voto de Peaky Boy:
7
Acción. Drama Narra la rivalidad que mantuvieron dos grandes pilotos de Fórmula 1, el británico James Hunt y el austriaco Niki Lauda, sobre todo en 1976, año en el que Lauda sufrió un gravísimo accidente que casi le costó la vida. (FILMAFFINITY)
8 de septiembre de 2013
112 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fórmula 1 ha cobrado gran protagonismo en la última década convirtiéndose en todo un fenómeno de masas. En España, la aparición del bicampeón mundial, Fernando Alonso, fue el detonante para que las cadenas televisivas no dejasen de retransmitir a todas horas carreras, entrenamientos y clasificaciones de los grandes premios. Esto dio pie a que el aclamado documental Senna, 2010, basado en uno de los incidentes más trágicos sucedidos en este deporte, la muerte del piloto Ayrton Senna, resultase todo un éxito en nuestro país. El filme relataba, mediante el uso de imágenes inéditas extraídas del archivo de la federación internacional del automóvil, la abrupta relación y la desavenencia existente entre el piloto brasileño y su rival directo Alain Prost.
Una rivalidad similar es la que se muestra en Rush. A todos aquellos que ya conozcan la historia, les gustará poder recrearla de una manera bastante fiable, los que por el contrario no sepan qué sucedió, cuentan con el aliciente de contemplar uno de los duelos más apasionantes de la historia del deporte, y uno de los desenlaces más reñidos de todos los tiempos. Teniendo en cuenta el gran número de espectadores que no habrán oído hablar de este campeonato en concreto, se ha decidido omitir cualquier tipo de información que pueda desvelar antes de tiempo el desenlace, dejando de esta manera intacto el factor sorpresa.
Biopic sobre los pilotos de carreras James Hunt y Niki Lauda, en el que se muestra la relación que mantuvieron tanto dentro como fuera de los circuitos. Una enemistad amistosa (valga el oxímoron) que llevaron al límite en cada carrera, sin dejar de lado en ningún momento el mutuo respeto que se profesaban. Por un lado el apuesto, mujeriego y temerario Hunt, un soñador y competitivo piloto con un don especial para las relaciones personales, ¡todo el mundo quiere a James! Por otro lado Lauda, un austriaco introvertido, metódico y calculador, un formidable conductor y técnico que siempre mira dos veces antes de pisar, tratando de minimizar al máximo el error humano y el riesgo de cada trazado. Dos polos opuestos que quedan perfectamente definidos con dos de sus frases más relevantes en la película,
James Hunt: “De qué sirve el éxito si no puedes disfrutarlo”
Niki Lauda: “La felicidad es el enemigo, te debilita”
Uno de los aciertos del director ha sido el no demonizar a ninguno de los pilotos, haciendo que la carga dramática no ciegue al espectador y pueda disfrutar con imparcialidad de la historia. Ron Howard representa mejor que nadie al Hollywood moderno, el pelota de la clase que siempre deja la manzana en el escritorio de la profesora, un director capaz de realizar cualquier película con el fin de agradar a productores. Esta actitud sumiso-ambiciosa le ha llevado al ostracismo crítico, pero también a firmar grandes taquillazos.
Un realizador que posiblemente se haya encontrado a sí mismo representado en la figura de uno de los protagonistas de la cinta, un hombre inteligente y calculador que, al igual que Niki Lauda, nunca desató ovaciones del público, un director a la sombra de los James Hunt de la gran pantalla que prefieren dar espectáculo y calidad a su trabajo, antes que obtener grandes resultados en taquilla. Pocas de sus películas se han visto bien acogidas por la crítica, a excepción, casualmente, de otro biopic en el que relató la fascinante entrevista que el expresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, tuvo tras el escandaloso Watergate, El Desafío: Frost contra Nixon, 2008.
Es esta rivalidad entre los personajes, mezclada con el toque reality show que toda historia verídica aporta, la baza comercial de la cinta. Este dato junto al buen momento por el que pasan los deportes de motor y la aparición de uno de los nuevos bad boys de Hollywood, el australiano y hombre del año en 2010 y 2012, Christopher Hemsworth, AKA Thor, pueden aportar a la cinta los elementos clave que le faltaron a otras grandes películas del género que nunca llegaron a triunfar, como Grand Prix, 1966 o Las Veinticuatro Horas de Le Mans, 1971. No obstante, el gran protagonista de la obra es Daniel Brühl, un Niki Lauda muy conseguido que paga su falta de carisma con un particular exceso de arrogancia.
Anthony Dod Mantle, especialista en vestir a monas de seda hasta el punto que dejen de parecer monas, plantea una vertiginosa y atractiva fotografía que se muestra deslumbrante sobre todo en la parte final del metraje. Una imagen que se combina a la perfección con el estrepitoso ruido de la ignición de motores y el chirriar de los neumáticos en el asfalto, el olor a goma quemada apagado por la incesante lluvia llega a hacerse patente en ciertos momentos, transportándonos directamente a los evocadores años 70 como la edad de oro de la fórmula 1. Un ejercicio audiovisual impactante que aplica el realismo y la energía que el gran guion de Peter Morgan merecía. El guionista se erige como el mayor aliado de Howard, consiguiendo narrar perfectamente aquel Campeonato de 1976, un certamen digno de mención, si no en los libros de historia, al menos en el sempiterno séptimo arte.
Peaky Boy
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