Enemigo a las puertas es una co-producción entre América y Europa de alto presupuesto que, bajo su apariencia de película bélica, esconde un sinfín de sensaciones humanas más allá de las trincheras.

Jean-Jacques Annaud, reputado director francés que siempre ofrece un cine fértil, nos presenta Enemigo a las puertas, la adaptación a la gran pantalla de la historia del héroe soviético Vassili Zaitsev. Para ello, comienza con una secuencia de desembarco absolutamente memorable que tiene poco que envidiar a las mejores en este apartado. La colocación de las cámaras, la frialdad de las muertes y la sobriedad con que se filma todo, son muestras claras del dinamismo y el realismo con que vamos a ver las escenas centradas en la guerra a lo largo de las casi dos horas de película. Sin embargo, Annaud es fiel a sus principios y consigue una mezcla perfecta entre el estruendo que hay en el frente y el caos que emerge poco a poco bajo el suelo de cada cuartel general, donde la envidia, el amor, el odio y el orgullo irán jugando papeles fundamentales para mostrar al espectador una de las mayores declaraciones de anti-belicismo vistas en muchos años, ya que se deja ver cómo cada uno piensa en sí mismo y en sus intereses, faltando incluso a los teóricos principios que han hecho estallar la guerra. Además, Annaud aprovecha algo que el guion prepara a la perfección: su enfrentamiento con el Mayor König, algo que da aires de western a la película, con dos "pistoleros" que se buscan y que, en cierto modo, disfrutan midiendo sus fuerzas.

Jude Law, antes de que su calva incipiente le llevara a la depresión, demuestra por qué fue una de las grandes esperanzas del cine no mucho tiempo atrás gracias a una interpretación extrema que sabe moverse en varias direcciones. El británico Joseph Fiennes, que siempre elige cuidadosamente sus papeles en el cine, deja un reguero de capacidad interpretativa que por momentos inunda totalmente la pantalla, al igual que la belleza y el buen hacer de una Rachel Weisz perfectamente adaptada a su personaje. Otro actorazo como Ed Harris, en el papel de villano que tanto disfruta y con el que tanto ha hecho disfrutar a lo largo de su carrera, es fundamental para el buen funcionamiento de la película. Por último, destacable labor de Bob Hoskins, poco acostumbrado a este tipo de personajes, aunque siempre que los encarna demuestra ser mejor actor de lo que la mayoría cree.

Resumiendo, que es gerundio: Jean-Jacques Annaud consigue hacer de Enemigo a las puertas un western bélico de romance, traición y redención. Mucha intensidad metida en dos horas de película que absolutamente nadie debería perderse.