Amanece, que no es poco, es una de las películas más míticas del cine español. Sin embargo, es la menos española de nuestras películas por estilo, aunque lo compensa siendo ibérica 100% en cuanto a concepto.

El gran José Luis Cuerda tras las cámaras. Es difícil definir la labor de Cuerda sin recurrir a la palabra "absurdo". Es la que mejor lo define todo. La dirección, compuesta pos sketches en su mayoría, es una cascada de situaciones inverosímiles y asombrosamente graciosas que nos mantienen con la sonrisa en los labios y con cara de gilipollas durante media película. La otra media, estamos llorando de la risa. Es difícil contar mucho sobre esta soberbia obra de arte sin desgranar alguno de sus geniales chistes, pero basta con decir que en ningún momento tiene nada que envidiar a los Monty Python para saber que lo ridículamente increible y lo no esperado están metidos en la película en todo segundo. El montaje de Cuerda potencia su guión, convirtiéndolo en una masa compacta que se convierte en vitamina para una sesión intensiva de risoterapia. Personajes con poco espacio, como el de Quique San Francisco, son tan importantes como los de Saza o Cassen. Unos como pilares básicos y otros como puntos de apoyo, se compenetran a la perfección del trabajo de Cuerda.

El reparto, genial. Hay tantos, que sería complicado destacar a alguno. Desde Resines hasta Chus Lampreave, todos tienen sus minutos en pantalla y espacio para aprovechar sus personajes. Sin embargo, y aunque sea injusto, yo quisiera subrayar la labor de Manuel Alexandre. La naturalidad que marcó su carrera queda impresa una vez más en Amanece, que no es poco. La dupla Antonio Resines - Luis Ciges funciona a la perfección, de forma que el uno hace mejor al otro constantemente. Castor Sendra (Cassen), José Sazatornil (Saza), Tito Valverde y Rafael Alonso están también en primera línea de fuego con actuaciones soberbias, en papeles sin sentido que representan una gran dificultad para el actor. Pararé aquí, para no dejarme a nadie, y remitiré al principio de este párrafo: el reparto, genial.

Resumiendo, que es gerundio: retratando con bisturí y humor socarrón a la sociedad española, Cuerda nos deja una película para el recuerdo que puede verse una y otra vez. Para mí, la más divertida del cine patrio incluso por delante de la maravillosa Bienvenido, Mr. Marshall. No tiene tanta calidad cinematográfica como, por ejemplo, Los otros, pero es, sin duda, el mejor ejemplo de cómo hasta la idea más disparatada se puede llevar al cine si uno tiene gracia... y talento.