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Voto de Espectador ingenuo:
5
Thriller Simon (James McAvoy), un empleado de una casa de subastas, se asocia con una banda criminal para robar una valiosa obra de arte. Pero, tras recibir un golpe en la cabeza durante el atraco, descubre, al despertarse, que no recuerda dónde ha escondido el cuadro. Cuando ni las amenazas ni la tortura física logran arrancarle respuesta alguna, el líder de la banda (Vincent Cassel) contrata a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson) para que le ayude a recordar. (FILMAFFINITY) [+]
19 de junio de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas en las que aparece alguna escena de hipnosis suelen engañar al espectador haciéndole creer que el hipnotizador puede dominar la mente del sujeto hipnotizado. Así, por ejemplo, éste siempre pierde su propia conciencia durante el trance, deja de tener voluntad personal y, por supuesto, nunca recuerda nada de lo que ha hecho o le ha ocurrido estando en estado hipnótico.

Todos estos fenómenos son mentira y no ocurren en la realidad, como puede atestiguar cualquier persona que haya sido hipnotizada alguna vez en una sesión terapéutica o incluso en el escenario de una sala de fiestas. Más bien ocurre lo contrario, es decir, que el sujeto se siente contento de hacer voluntaria y conscientemente lo que le sugiere el hipnotizador.

Pero estas mentiras resultan muy "peliculeras" y se prestan fácilmente a que el guionista y el director inventen toda una trama más o menos ingeniosa para desarrollar y resolver cualquier otro problema del argumento. La hipnosis fílmica es una especie de truco pasajero con el fin de realzar el resto de la acción dramática.

Sin embargo en esta película "Trance", aunque también miente y presenta unos fenómenos hipnóticos ficticios, mantiene durante todo el metraje el leitmotiv del hipnotizador que domina las mentes de todos los demás. Esta falsa hipnosis no es filmada como un truco argumental, sino como constitutiva del propio argumento.

Por otra parte hay que reseñar que, entre las técnicas hipnóticas presentadas, se mezclan otros muchos elementos psicológicos sacados gratuitamente del psicoanálisis y de fantasías oníricas. Además, todo ello es batido en una coctelera mediante diversos flash-back, giros de guión y situaciones extremas que sólo pretenden epatar al sufrido espectador.

En definitiva, se trata de una película que entretiene en general, pero en la que el espectador termina perdiéndose entre tanto lío y, a ratos, también aburriéndose.
Espectador ingenuo
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